viernes, 14 de octubre de 2011

Una respuesta

No importan las condiciones lamentables en que estoy ("se fue por sus tequilas, ¿verdad joven?", dice el taxista en el camino a esta oficina), hoy me reventaron los ojos. Y no puedo hablar, y no puedo pensar, y no puedo decir: sólo sé que tengo las lágrimas en el pecho.
Hace mucho dijiste que mi regalo de graduación iba a ser esa litografía de Dalí que vimos. Aún me la debes, porque aún te debo un título. Hoy empiezo a cobrar y saldar la deuda:
Supongo que tendré que regresar a Hawaii por lo que es mío.

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