martes, 26 de enero de 2010

La técnica

Si mal no recuerdo, son recurrentes los chistes sobre la calidad de ciertos aspectos de la formación académica de los estudiantes del Instituto Politécnico Nacional. Por supuesto, siempre hay excepciones que confirman la regla; la única que me viene a la cabeza (pues no conozco más alumnos del IPN) es mi padre, que estudió en la Escuela Superior de Comercio y Administración.
Lástima que las capturas de pantalla no sean suficientemente nítidas. Pero bendita la cosa del hipervínculo (digo, por si quisieran ir a chismear con gana).


lunes, 25 de enero de 2010

Marcos

Verdeaba el alba; en el prado, los dos flacos duelistas negros estaban inmóviles, con las espadas en posición de firmes. El leproso hizo sonar su cuerno: era la señal; el cielo vibró como una membrana tensada, los lirones en sus guaridas hundieron las uñas en el barro, las urracas sin sacar la cabeza de debajo del ala se arrancaron una pluma de la axila haciéndose daño, y la boca de la lombriz comió su propia cola, y la víbora se picó con sus dientes, y la avispa se rompió el aguijón sobre una piedra, y cada cosa se volvía contra sí misma, la escarcha de los charcos se helaba, los líquenes se volvían piedra y las piedras líquenes, la hoja seca se volvía tierra, y la resina espesa y dura mataba sin remedio los árboles. Así el hombre se arrojaba contra sí, con las dos manos armadas con una espada.
–Italo Calvino, El vizconde demediado

El vizconde Medardo de Terralba se ha escindido en dos personas: una mitad atroz en su violencia y maldad; otra en su benevolencia. Medardo y el vizcondado que rige han conocido la impertinencia de lo puro, el balance de polos que el fiel no une. Es sí mismo y otro, se reconoce a la distancia y se odia recíprocamente.
El sábado me recordaron que soy legión, que somos. Como Medardo, he alzado la espada, una ballesta, los escudos han reventado lanzas como espigas, las cotas han contenido las mellas; como Medardo, he cortado el espacio donde estoy sin estar, eso que está más cerca que la piel, entre la piel, por debajo.
Pero a diferencia de Medardo, no soy uno que es dos, sino unos y otros y muchos siendo uno. Soy Legión, y no hay cerdos en las cercanías.

viernes, 22 de enero de 2010

Loop

Hay libros a los que se vuelve; hay libros a los que se debe volver. Borges, héroe indiscutible de este blog, decía que se enorgullecía más de lo que había leído que de lo que había escrito, y se enorgullecía más de lo que había releído.
He vuelto a unos pocos, algunas veces, ya sea por gusto o disciplina: Iliada, Odisea, el Quijote, el Amadís, El Principito (unas ochenta veces), La ciudad y los perros, Eclesiastés, Residencia en la tierra, Altazor, Otra vuelta de tuerca, las obras completas de Girondo… Sin embargo, nunca había leído un libro dos veces seguidas.
Después de leer Plain Tales from the Hills, me pareció que Rudyard Kipling efectivamente se había construido un espacio en la historia de la literatura inglesa por cuenta propia, por su atenta observación y el cuidado obsesivo de su escritura, que sin embargo era fluida y apabullante en su abundancia. No recuerdo realmente la versión de Disney de El libro de la selva, así que no es por ahí donde tengo asidero o nociones de su obra. Sin embargo, cuando uno lee un título tan fastuoso y pretencioso como El mejor relato del mundo y otros no menos buenos (editorial Sexto Piso), la mezcla de curiosidad y morbo obliga a levantar el tomo de casi seiscientas páginas.
Maugham's Choice of Kipling's Best es la puntillosa selección que William Somerset Maugham –discípulo de Kipling– hizo en 1953. Efectivamente, "El mejor relato del mundo" tiene dignidad suficiente para tomar su lugar en la antología, y no más que "El pueblo que votó que la tierra era llana", "El que fue", "Ellos", "El chico de la leña", "Sin beneficio del clero", "La radio", "La tumba de sus antepasados", "La enmienda de Tods", "El hombre que iba a ser rey" y ahí me detengo, pues básicamente estoy repitiendo el índice (aunque en desorden).
Llegó un momento en que me di cuenta que las estructuras de los relatos vuelven sobre sí mismas como pocas otras obras. La literatura en sí misma es un discurso en que el lenguaje sigue un movimiento centrípeto, que sucede de nuevo al momento de la lectura y que se vuelve centrífugo en la interpretación y el análisis. Estos relatos de Kipling recuperan constantemente las informaciones que los constituyen, modifican las categorías de objetos y actantes: absolutamente nada es gratuito, y el peso específico de unos pocos detalles pueden sobrepasar eventos que parecían más relevantes.
Resumiendo: son resultado de un trabajo de hilvanado muy fino, y la única manera de abarcarlos en la medida de lo posible era leerlos dos veces (en ocasiones tres). En otras palabras, desde agosto tuve el libro entre manos, y lo he disfrutado como se paladea lento un plato magníficamente cocinado.
Hoy tengo Nuestros antepasados de Italo Calvino (regalo de cumpleaños grande como pocos); y con él he de volver a El vizconde demediado y El barón rampante. Eso es un atisbo de felicidad.

jueves, 21 de enero de 2010

Las llamas

Doug Savage, además de dibujar un cómic maravilloso (PROD3000 es el epítome de muchos de mis trabajos), acaba de animar "July flame" de Laura Veirs. Y está increíble.



En definitiva, si hay algo que me parece aburrido ad nauseam es que los videos musicales sean una larga toma de los músicos. Por eso precisamente el stop-motion me parece tan relevante en un momento en que contar historias o materializar visualmente una idea corre el riesgo constante de caer en lugares comunes o mantenerse al margen de construir un objeto (el video) que trascienda a su pre-texto (la canción) y se constituya un objeto autónomo, o tanto como le sea posible.
[Ahora que lo considero, sirva esto de pequeño regalo de cumpleaños a mi sobrina, aunque la posibilidad de que lo vea va de ínfima a nula.]

Sistemas

La presunción de ermitaño y sociópata es tan verdadera como Plutón: la gallardía de su estatuto terminó y se desmintió a la luz de una nueva definición. V.g. el Facebook es una de mis actividades de cotidiano, este blog se actualiza (casi) regularmente, me he hecho de relaciones y amistades vía blogs y otros medios digitales, es usual que me cruce con amigos y conocidos en muchos de los lugares donde pongo pie, Navidad y Año Nuevo fueron razón para recibir mensajes de conocidos que habían permanecido en el descuido mucho tiempo ha.
Etiquetas en las fotos de segundo de primaria: susto y desconcierto de ver esos recuerdos, asociar rostros con momentos y voces, algún gusto de saber de nueva cuenta de algunos con quienes se compartió el almuerzo en el descanso. Y el bocón en un esperpento: "pues alguien tendrá que decirlo: yo pongo la casa." Y empieza a anunciarse la gran fiesta de reunión de primaria, de todos ésos que para mí son desconocidos, de quienes quizá no me recuerden, como yo no los recuerdo, de los que nos veremos a los ojos, sonreiremos como idiotas, nos diremos que es un gusto vernos después de tantos años, tomaremos cerveza, nos tendremos simpatía o aversión callada, intercambiaremos números de teléfono para no llamarnos, y diremos que pronto haremos otra reunión.
Nada de eso lo encuentro incómodo. Sin embargo, es irritante (por darle un adjetivo que no es suficiente, ni abarca el total de la repulsión que siento) encontrar en la lista de invitados los nombres de quienes se ha procurado enterrar en un doloroso ejercicio de sensatez y amor propio. Desafortunadamente, nuestros caminos podrían cruzarse de nuevo, así que con cortesía de caballero –ésa que me enseñó mi padre– tendré que pedir que abandone mi casa apenas vaciada la primera cerveza.

lunes, 18 de enero de 2010

Alma mater

I.
El 25 de mayo de 2005 presenté la ponencia "La muerte en 'Sólo la muerte' de Pablo Neruda y 'La violencia de las horas' de César Vallejo" en el marco del Sexto Congreso Estudiantil de Crítica e Investigación Literaria (CECIL), organizado por los alumnos de Letras de la UAM-I. Sí, el título de la ponencia es deplorable…
A ese momento, después de tres días de actividades, era yo el primer estudiante de la Ibero que leía en el congreso; me tocó cerrar la mesa de poesía latinoamericana del S. XX, después de dos muy rigurosos trabajos sobre Neruda (creo que los dos ponentes eran alumnos de la UAM). Iniciada la ronda de preguntas y respuestas, una mano al fondo del auditorio pidió la palabra: "La verdad es quería despedazarte, pero no pude: tu texto está bien escrito y al menos llegas a tu punto. Sólo diré que te falta rigor académico."
Y tenía razón. Ese trabajo era un ejercicio libérrimo de crítica estilística, sin citas, sin referencias, y encima de todo aderezado con chistes que incluían un perrito chihuahueño (!!; hay días, en verdad…). La moderadora de la mesa reiteró el punto y me puso bien en claro que es craso error no considerar el estado de la cuestión analizada.

I. bis
En casa de aquélla que estuviera al frente del CECIL VI, su padre sentado frente a mí en la sala, todos comiendo chocolates:
– ¿Qué carrera estudiaste?
– Letras, en la Ibero.
– Bueeeno, lo tuyo más bien era un bachillerato en Letras –apostrofa ella, con una risa desbordada de ironía. Obligado a sonreír, por cortesía, por honestidad también.

II.
En el marco de la Feria del Libro del Palacio de Minería del año pasado asistimos a un ciclo de conferencias acerca del futuro de las revistas académicas. El rango era amplio: revistas de ingeniería, medicina, psicología (un editor de la APA al frente), bibliotecarios de las universidades más importantes de Latinoamérica (y otras que más bien eran ejemplos de resistencia y constancia, como la Universidad de Costa Rica), y –por supuesto– las grandes compañías de distribución y catalogación de publicaciones, como Elsevier y John Wiley. La UNAM omnipresente, no sólo por organizar la Feria, sino por tener un ponente casi en cada mesa.
Bibliotecas nacionales: el caso de las universidades mexicanas y otras instituciones de educación superior. Representante del equipo de cómputo de la biblioteca Francisco Xavier Clavijero –presumida como la tercera más grande del país–: el concenso es que el tío no tenía la más remota idea de qué estaba hablando.
Por un momento me guardé de mencionar mi relación con la Ibero.

III.
"Por este medio le hago llegar un artículo para su consideración para una posible publicación en número próximo de la Revista Internacional de Contaminación Ambiental." Firma la Dra. Noescribomal, del Departamento de Ingeniería de la Ibero. El primer trabajo de la Ibero que me toca procesar: desconozco si antes han remitido otro texto.
Lectura de control (v.g. correcto español, correcto inglés, irrestricto apego a las instrucciones para los autores de la revista, una revisión muy superficial sobre la pertinencia del trabajo, si tiene caso mandarlo a revisores o si hacemos un sano filtro editorial). Mi lectura de control. Mi opinión reservada por la ínfima calidad del texto.

IV.
Tengo claros ciertos beneficios que obtuve por estudiar esos seis semestres en la Ibero, y pocos no son. Entre ellos no se cuenta, lamentablemente, el respeto de los pares, y no porque ellos deleznen al cuerpo académico de la universidad a priori, sino porque ese respeto no se ha ganado.

jueves, 14 de enero de 2010

"Para eso te contratamos"

Si me entregas una carpeta y ves que pasa una semana y no te hago caso, vienes y me dices "está esto y estotro" y lo revisamos. No es posible que vuelva a pasar esto [señalando con la mirada el altero de carpetas que él no ha revisado en los últimos dos meses, que esquina porque está haciendo otra cosa, que relega porque tiene otras ocupaciones que no son –ni remotamente– editoriales, que aplaza porque comienzan sus casi dos horas de comida], no se pueden atrasar los arbitrajes o quedarse los trabajos sin revisores. Para eso te contratamos [y su estúpida sonrisa, rayana en la ironía].
Ahora resulta que mi responsabilidad es asumir la responsabilidad de mi jefe y hacer su trabajo (v.g. conocer a los árbitros de todas las áreas que cubre la revista y determinar quién es el lector más indicado para emitir una opinión calificada).
Es bastante tener en la cabeza el estado de setenta procesos editoriales simultáneos, quiénes han leído qué, quiénes se comprometieron, cuándo deben entregar, cuál fue su determinación, qué trabajo está asignado a qué número, quiénes han corregido sus trabajos, qué y por qué motivos lo rechacé, qué hizo un autor en una versión anterior.
Sí, bueno: mi memoria es capaz de abarcar una cantidad absurda de datos, que poco a poco olvido según me conviene. ¿También debe abarcar la falta de atención de mi jefe, su desaliño laboral, su desfachatez casi cínica, sus pretensiones de que en tres años estas revistas publiquen diez artículos por número?
A puntitito de gritar "váyanse a la mierda."

jueves, 7 de enero de 2010

Quizá sí sea el mejor ensayo que escribí.

Satán
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No creo hoy estar de acuerdo con los últimos tres párrafos, y me es evidente que están ahí porque de alguna manera debía relacionar todo lo anterior con una materia de ensayo mexicano (no creo que Miguel sepa del aprecio que le tengo): necesitaría varias páginas más para darles sentido.
En este justo momento, y sin que ustedes puedan ni deban saber mis motivos, sobresalta el primer párrafo. Duden, de cuando en cuando, de la prudencia de leer textos viejos; o al menos tengan la certeza de que es sinónimo de remover no sólo memoria.

miércoles, 6 de enero de 2010

The Magnetic Fields

Si algún beneficio saco en claro de trabajar en esta revista académica (y alguna vez en una de arte contemporáneo) es entender, al menos de manera vaga, cómo funciona y qué hicieron:




(Y no puedo creer que sea de 2001 y yo sin saber de esto.)