Interrumpo la interrupción. Caso especial, pues acabo de encontrar la antena de internet que me regalaron.
Después de poco más de un mes de vivir en este departamento, apenas esta semana los libreros tomaron su lugar. Casi todos los libros, incluidos los de más reciente adquisición, salieron de las cajas y ya descansan en las repisas. Las dos cajas con los archivos de la carrera están arrinconadas, los kilos de papel que leí y escribí durante tres años.
En una de ellas debían estar las fotocopias de De fusilamientos de Julio Torri: después de cinco días, una cena de navidad, una visita a la familia y regalos que no esperaba, el enojo que alza la falta de atención al tiempo ajeno se ha calmado. Y a pesar de que recuerdo lo esencial de la cita, los microensayos/microcuentos de Torri saben decir con sobrada puntualidad: ¿para qué reconstruir según mi capricho?
Desaparecieron las fotocopias, o al menos no están en la carpeta en que debían. Y metiche, revisé mi trabajo final a esa materia: orgullo y vanidad aparte, creo que es el mejor ensayo que escribí en la carrera, muy a tono con las divagaciones que aquí se han leído.
Lo he dicho en repetidas ocasiones, y vale la pena repetirlo: si alguna vez fui feliz fue durante esos tres años. Recuerdo el terrible placer que me provocaba la crítica y la teoría literarias. Y comienza de nuevo la diatriba de abandonar de una vez por todas la literatura y arrojarme de lleno contra sierras circulares, caladoras, taladros, lijadoras, madera y clavos o continuar con la furiosa necedad que me insta a seguir trabajando en editoriales en las que no puedo ejercer el pleno de mi pasión.
Después de poco más de un mes de vivir en este departamento, apenas esta semana los libreros tomaron su lugar. Casi todos los libros, incluidos los de más reciente adquisición, salieron de las cajas y ya descansan en las repisas. Las dos cajas con los archivos de la carrera están arrinconadas, los kilos de papel que leí y escribí durante tres años.
En una de ellas debían estar las fotocopias de De fusilamientos de Julio Torri: después de cinco días, una cena de navidad, una visita a la familia y regalos que no esperaba, el enojo que alza la falta de atención al tiempo ajeno se ha calmado. Y a pesar de que recuerdo lo esencial de la cita, los microensayos/microcuentos de Torri saben decir con sobrada puntualidad: ¿para qué reconstruir según mi capricho?
Desaparecieron las fotocopias, o al menos no están en la carpeta en que debían. Y metiche, revisé mi trabajo final a esa materia: orgullo y vanidad aparte, creo que es el mejor ensayo que escribí en la carrera, muy a tono con las divagaciones que aquí se han leído.
Lo he dicho en repetidas ocasiones, y vale la pena repetirlo: si alguna vez fui feliz fue durante esos tres años. Recuerdo el terrible placer que me provocaba la crítica y la teoría literarias. Y comienza de nuevo la diatriba de abandonar de una vez por todas la literatura y arrojarme de lleno contra sierras circulares, caladoras, taladros, lijadoras, madera y clavos o continuar con la furiosa necedad que me insta a seguir trabajando en editoriales en las que no puedo ejercer el pleno de mi pasión.
2 comentarios:
Y mientras tu sigues buscando entre los escombros, por acá se te desea un muy feliz año nuevo.
Un abrazo ;)
En algún lugar ha de estar, y si entre los lugares donde he buscado no ha aparecido, entonces hasta en los escombros rascaremos.
Beso
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