jueves, 31 de diciembre de 2009

Imperium

Todos sabemos que presumo de una amargura que a nadie queda claro si es cierta o si nomás soy un presuntuoso de proporciones bíblicas. Como sea, en unos minutos he de recibir en casa -después de un par de años de llevar una vida al margen de las relaciones sociales- a todos los huérfanos de este año nuevo.
La falta de costumbre dicta "paranoia, ponles correa a todos (y todas);" la realidad, el sentido común, la conciencia de que es factible, mas insano seguir así, la brevísima epifanía de que los modos pueden variar sin que por ello se modifiquen de fondo las formas, acusan con voz queda "abre la puerta y sonríe."
El año entrante no he de recorrer distancias a pie, sino sentarme en mi oficina y dominar el imperio que todo tirano ha de construir. Y el mío querrá emular a Carlo y Alejandro.

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