viernes, 13 de febrero de 2009

Saturnismo

Así que se desbordan los corazones y los globos y los chocolates y las rosas y el mocoso rubio con alitas, arco y flechas. ¿Por qué a todo mundo se le olvidará que ese mocoso cargaba puntas de plomo además de las doradas? Misterios de la mercadotecnia...
Horacio Quiroga decía que en la literatura sólo había tres temas: amor, locura y muerte; no por nada su libro de cuentos más importante (ése donde se encuentra "El almohadón de plumas") se llama Cuentos de amor, de locura y de muerte. Dah. Northrop Frye, que sabía más de crítica literaria que la abrumadora mayoría de nosotros, postula en Anatomía de la crítica que en toda obra literaria hay un deseo, y que ese deseo es en el fondo el motor de la diégesis.
Si me preguntaran (porque, por supuesto, es de lo más improbable que alguien lo haga), tendría que decir que estoy de acuerdo con los dos: las artes, y especialmente la literatura, son concresiones de abstractos abrumadoramente amplios, pero reconocibles dentro de un marco determinado; el que logra romper ese marco es a) un genio, b) un idiota, c) un incomprendido, d) un iluminado, e) un ente ajeno a nuestras cuatro dimensiones. Por ponerlo en otras palabras, los estructuralistas rusos (Todorov, si no me traiciona la memoria) encontraron unas catorce historias para contar, y no más.
"In the Pride of his Youth"* es una de las historias de amor más ridículas que he leído; y no porque sea rosa hasta el hartazgo ni hermosa hasta el empacho, sino por la exhibición de la estupidez -que no devoción amorosa, aunque se disfrace de tal- de un hombre.
A 120 años, algunos parecemos constatar que efectivamente existen patrones universales de comportamiento, o al menos estamos regidos por un mito que nos negamos a reconocer.


* Disculparán si no traduzco, pero admito que tengo alguna pereza. Por lo demás, el inglés de Kipling es una gloria y bien merece que se le lea en lengua de origen.

2 comentarios:

Palomilla Apocatastásica dijo...

Ah, ese aborrecible arquero alado. Me gusta Quiroga, especialmente su relato "La gallina degollaa" ¿Acaso no puede ser llamado amor el hecho de reducir una blonda cabellera a una maraña enredada? Fue la pequeña apoteosis de los meningíticos.
Y sobre esa estúpida cursilería de la mercadotecnia, Erasmo de Rotterdam en su Elogio a la Locura presenta ese tipo de amor (de pareja, carnal, etc) como una verdadera alucinación.
Cito: " El amante que besa con ardor un lunar de su
querida, el que saborea el fétido aliento de su Inés" "...¿No es Cupido, padre y autor de toda simpatía, quien, completamente ciego, toma lo feo por hermoso, y de la misma manera hace que cada uno de vosotros encuentre bello lo que ama, y consigue que el viejo quiera a la vieja como el mozo a la moza? Pues esto es lo que constantemente sucede en el mundo y causa risa; no obstante, esto, que es ridículo, es lo que forma y une la agradable sociedad de la vida".
Lo dejo a tu consideración.
Saludines

Julián Iriarte (bueno, ya: Oliver) dijo...

El influjo del chamaco es cruel, y alguien debiera ponerle correa al cabrón.
En alguna ocasión le escuché a una psicóloga que el amor y el enamoramiento son, en esencia, delirios psicóticos; ah, pero nadie le criticara al novio porque saltaba con navaja en mano.
And all you need is love.