Hace dos días, una chica me preguntaba -entre muy otras cosas de mi vida- si escribía; la pregunta salió después de mencionar grosso modo mis estudios y mi(s) trabajo(s). Y la respuesta, en tanto la he dado en repetidas ocasiones a última fechas, se está volviendo aterradora: hace mucho que no escribo. O fuera de lo que aparece en este blog: vamos, que los escritos que aquí se leen van en picado y si alguna vez fueron interesantes, esa condición se ve desagradablemente diluida conforme pasan las semanas.
Y sin embargo, si yo creía que hablar sobre mi infame condición y mi crítica incapacidad para pensar una historia y escribirla era cosa seria, escuchar a mi mejor amiga furiosa (y pocas veces la he escuchado así), ladrando contra sus padres y al borde de la desesperación, me arrasa.
Tus problemas léxicos y estructurales de verdad son nimios: hay gente que sí tiene asuntos importantes y serios. ¿Quién corchos querría leerte?
Tus problemas léxicos y estructurales de verdad son nimios: hay gente que sí tiene asuntos importantes y serios. ¿Quién corchos querría leerte?
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