viernes, 22 de enero de 2010

Loop

Hay libros a los que se vuelve; hay libros a los que se debe volver. Borges, héroe indiscutible de este blog, decía que se enorgullecía más de lo que había leído que de lo que había escrito, y se enorgullecía más de lo que había releído.
He vuelto a unos pocos, algunas veces, ya sea por gusto o disciplina: Iliada, Odisea, el Quijote, el Amadís, El Principito (unas ochenta veces), La ciudad y los perros, Eclesiastés, Residencia en la tierra, Altazor, Otra vuelta de tuerca, las obras completas de Girondo… Sin embargo, nunca había leído un libro dos veces seguidas.
Después de leer Plain Tales from the Hills, me pareció que Rudyard Kipling efectivamente se había construido un espacio en la historia de la literatura inglesa por cuenta propia, por su atenta observación y el cuidado obsesivo de su escritura, que sin embargo era fluida y apabullante en su abundancia. No recuerdo realmente la versión de Disney de El libro de la selva, así que no es por ahí donde tengo asidero o nociones de su obra. Sin embargo, cuando uno lee un título tan fastuoso y pretencioso como El mejor relato del mundo y otros no menos buenos (editorial Sexto Piso), la mezcla de curiosidad y morbo obliga a levantar el tomo de casi seiscientas páginas.
Maugham's Choice of Kipling's Best es la puntillosa selección que William Somerset Maugham –discípulo de Kipling– hizo en 1953. Efectivamente, "El mejor relato del mundo" tiene dignidad suficiente para tomar su lugar en la antología, y no más que "El pueblo que votó que la tierra era llana", "El que fue", "Ellos", "El chico de la leña", "Sin beneficio del clero", "La radio", "La tumba de sus antepasados", "La enmienda de Tods", "El hombre que iba a ser rey" y ahí me detengo, pues básicamente estoy repitiendo el índice (aunque en desorden).
Llegó un momento en que me di cuenta que las estructuras de los relatos vuelven sobre sí mismas como pocas otras obras. La literatura en sí misma es un discurso en que el lenguaje sigue un movimiento centrípeto, que sucede de nuevo al momento de la lectura y que se vuelve centrífugo en la interpretación y el análisis. Estos relatos de Kipling recuperan constantemente las informaciones que los constituyen, modifican las categorías de objetos y actantes: absolutamente nada es gratuito, y el peso específico de unos pocos detalles pueden sobrepasar eventos que parecían más relevantes.
Resumiendo: son resultado de un trabajo de hilvanado muy fino, y la única manera de abarcarlos en la medida de lo posible era leerlos dos veces (en ocasiones tres). En otras palabras, desde agosto tuve el libro entre manos, y lo he disfrutado como se paladea lento un plato magníficamente cocinado.
Hoy tengo Nuestros antepasados de Italo Calvino (regalo de cumpleaños grande como pocos); y con él he de volver a El vizconde demediado y El barón rampante. Eso es un atisbo de felicidad.

6 comentarios:

Alisma dijo...

Gracias por la recomendación; no lo he leído y, sin duda, lo leeré.

Un abrazo ;)

Julián Iriarte (bueno, ya: Oliver) dijo...

Uff… Reuff!! En Project Gutenberg tienen su obra completa. Si no encuentras la edición de Sexto Piso, me cae que harto se gana leyéndolo en inglés.
Beso

Palomilla Apocatastásica dijo...

Llegué a Kipling al mismo tiempo que llegué a Tagore. Al leer y releer La litera fantástica, me di cuenta la riqueza del lenguaje, y la facilidad para describir no sólo paisajes y situaciones sino sensaciones.
Bagheera es deliciosamente elegante y obviamente Disney ni siquiera llega plasmar un resúmen de esa riqueza.

Julián Iriarte (bueno, ya: Oliver) dijo...

Poquísimas veces el cine ha hecho una versión aceptable de una obra literaria, y no por falta de capacidad de guionistas o directores, sino porque el lenguaje no es el mismo: me atrevo a decir que el literario es inherentemente más amplio.

Palomilla Apocatastásica dijo...

Y no es sólo que lo "literario sea más amplio", si no que el hecho de que el lector tenga esa posibilidad de recrear de acuerdo a sus posibilidades aquello descrito con palabras, le da una riqueza cuasinfinita.

La única adaptación que más o menos me ha parecido aceptable, es la de Cyrano de Bergerac con Gerard Dipardieu...

Julián Iriarte (bueno, ya: Oliver) dijo...

Hablo desde una experiencia limitada: las películas adaptadas de libros que he visto son pocas (he visto poco cine), y no recuerdo ninguna que me parezca a la altura de su fuente. Las habrá, segurito, pero no las conozco.