[Honestamente robado de Inmaculada Decepción; con la correspondiente y consabida tarea de corrección que un obseso no puede dejar de lado.
Algunas me las debería tatuar a todo lo largo de la espalda y las piernas: frases de batalla.]
Algunas me las debería tatuar a todo lo largo de la espalda y las piernas: frases de batalla.]
- Dentro de las tendencias al cambio que tienen las mujeres, la más fuerte es la del cambio de nombre (algunas incluso se llaman Eduardo).
- Se parecía a Alejandro por la cabeza ladeada, a Cervantes por la bragueta siempre abierta y a Montaigne por no saber sumar, ni con números ni con centavos.
- Hoy le permití al sol levantarse antes que yo.
- Él me desprecia porque no me conoce. Yo desprecio sus acusaciones porque me conozco.
- Varias veces he sido censurado por faltas que mi censor no tuvo el ingenio ni la valentía de cometer.
- Para él el mundo era una muchacha, 150 libros y una perspectiva de una milla alemana de diámetro.
- Si al cielo le pareciera útil y necesario volverme a editar en la vida, me gustaría comunicarle algunas vanas observaciones que se refieren, sobre todo, al dibujo del retrato y al plan general.
- Me dan dolor muchas cosas que a otros sólo les dan lástima.
- Tengo el corazón por lo menos un pie más cerca de la cabeza que el resto de los hombres. De ahí mi enorme equidad. Las decisiones pueden ser ratificadas cuando todavía están calientes.
- A lo largo de mi vida me han otorgado tantos honores inmerecidos que bien podría permitirme alguna crítica inmerecida.
- He vuelto a comer todo lo que me está prohibido y, gracias a Dios, me encuentro tan mal como antes (no peor).
- La pérdida de la memoria me hizo cobrar conciencia de mi avanzada edad. Más tarde atribuí esto a la falta de práctica, luego otra vez a las consecuencias de la edad. A lo largo de toda mi vida he sentido estas oleadas de temor y esperanza.
- El 10 de octubre de 1793 le envié a mi querida mujer una flor artificial del jardín, hecha con hojas de distintos colores que el otoño tiró al suelo. Representa mi estado actual. Pero no se lo dije.
- Solía hablar con gran libertad en sitios donde ponían caras piadosas y en cambio predicaba la virtud donde nadie más la predicaba.
- Promulgó una Constitución para sí mismo. Elegía auténticos ministros (la Moderación, incluso en una ocasión la Avaricia), que invariablemente eran despedidos.
- Nada nos hace envejecer con más rapidez que el pensar incesantemente en que nos hacemos viejos.
- He notado claramente que tengo una opinión acostado y otra parado.
- Tenía entonces 54 años, una edad en que –aún en los poetas– el entendimiento y la pasión empiezan a conferenciar sobre artículos de paz, y por lo general la alcanzan no mucho después.
- Daría parte de mi vida con tal de saber cuál era la temperatura promedio en el paraíso.
- Ya que se escribe en público de pecados secretos, me he propuesto escribir en secreto de pecados públicos.
- La cosa cuyos ojos y orejas no vemos y cuya nariz y cabeza apenas vemos; en pocas palabras, nuestro cuerpo.
- En la Tierra no hay superficie más interesante que el rostro humano.
- Cuando el espíritu se eleva, el cuerpo se arrodilla.
- Los guisos tienen, presumiblemente, gran influencia en el estado actual de la condición humana. El vino externa su influencia de un modo más evidente, los guisos lo hacen con mayor lentitud, pero quizá también con mayor intención. Quién sabe si no le debemos la bomba neumática a una sopa bien cocida o la guerra a una mal cocida. Esto merecería una investigación más acuciosa. Acaso el cielo cumple así grandes finalidades, mantiene leales a los súbditos, cambia los gobiernos y crea Estados libres; acaso son los guisos los responsables de lo que llamamos "la influencia del clima".
- Eso que ustedes llaman corazón está bastante más abajo del cuarto botón del chaleco.
- La hermenéutica de la hipocondría.
- Un rostro no se deja analizar en un instante: necesita una consecuencia.
- Nuestro mundo llegará a ser tan refinado que creer en Dios resultará tan ridículo como hoy en día creer en fantasmas.
- Concibo una época en la que nuestras concepciones religiosas parecerán tan extrañas como ahora el espíritu de caballería.
- Por más que se predique, las iglesias siguen necesitando pararrayos.
- ¿Creéis acaso que el buen Dios es católico?
- Con los huevos de Pascua sucede lo mismo que con el santo Cristo: en cuanto uno averigua de dónde vienen, deja de recibirlos.
- Hay una especie de ventriloquía trascendental con la cual los hombres pueden aparentar que algo dicho en la Tierra viene del cielo.
- "Es una lástima que beber agua no sea pecado –clama un italiano–: ¡qué bien sabría!"
- La invención más fácil para el hombre: el paraíso.
- Dios realmente debe querernos mucho, pues siempre aparece cuando hace mal tiempo.
- Todos los maestros de la fe defienden sus teorías, no porque estén convencidos de su verdad, sino porque alguna vez lo estuvieron.
- ¿Cómo habrá sido la conversión de las putas en la antigüedad? ¿Ya habría beatas?
- Cartas sobre la más reciente literatura: y le doy mil gracias a Dios de que me haya permitido volverme ateo.
- En el mundo, los santos han logrado más en escultura que vivos.
- Cuando un libro choca con una cabeza y suena a hueco, ¿se debe sólo al libro?
- La metáfora es mucho más inteligente que su autor, y esto sucede con muchas cosas. Todo tiene su profundidad. Quien tiene ojos ve todo en todo.
- Se diría que nuestros idiomas han enloquecido. Cuando queremos una idea, nos ofrecen una palabra; cuando exigimos una palabra, nos brindan una raya, y donde esperamos una raya, hay una obscenidad.
- Esto debe servirme de advertencia. Como aquel gran escritor francés, de ahora en adelante no daré nada a la imprenta sin que antes lo lea mi cocinera [o Timoteo].
- En cierta obra de un hombre célebre preferiría leer lo que tachó que lo que dejó.
- Al prólogo se le podría llamar 'pararrayos'.
- Ahí se aplica a la perfección lo que Butler dice de un mal crítico: si no encuentra un error, lo comete.
- Me han informado que cada vez que escribe una reseña de libros tiene las más poderosas erecciones.
- Los periodistas han construido una capillita de madera que llaman el 'Templo de la Fama' donde todo el día clavan y desclavan retratos, con tal escándalo que nadie escucha sus propias palabras.
- Al escribir mantén la confianza en ti mismo, un orgullo noble y la certeza de que los demás no son mejores que tú, ellos evitan tus errores y en cambio cometen otros que tú has evitado.
- Lo shakespeareano que había que hacer en el mundo, fue, en gran parte, realizado por Shakespeare.
- Está bien que los jóvenes enfermen de poesía en ciertos años, pero por el amor de Dios, hay que impedir que la contagien.
- Siempre es preferible darle el tiro de gracia a un escritor que perdonarle la vida en una reseña.
- Es fascinante escuchar a una mujer extranjera que comete faltas en nuestro idioma con sus hermosos labios. A un hombre no.
- Si pensáramos más por nuestra cuenta, tendríamos muchos más libros malos y muchos más libros buenos.
- Quien tenga dos pantalones, que venda uno y compre este libro.
- Si alguien escribe mal, que más da: hay que dejarlo escribir. Transformarse en buey aún no es suicidarse.
- Aquello tuvo el efecto que por lo general tienen los buenos libros. Hizo más tontos a los tontos, más listos a los listos y los miles restantes quedaron ilesos.
- Hay una clase de hueca habladuría que, a través de expresiones novedosas y metáforas insólitas, da la impresión de ser sustanciosas. Klopstock y Lavater son maestros del género. Como broma, es pasable; en serio, imperdonable.
- El único defecto de los escritores realmente buenos es que casi siempre ocasionan que haya muchos malos o regulares.
- Uno se resiste a hacer un cucurucho para la pimienta con una hoja en blanco. Si está impresa, uno la usa con agrado.
- Un libro es como un espejo. Si un mono se asoma a él no puede ver reflejado a un apóstol. Carecemos de palabras para hablar con los tontos de sabiduría. Ya es sabio quien entiende a un sabio.
- En nuestros tiempos los insectos coleccionan insectos y las mariposas hablan de mariposas.
- Es verdad que era algo burdo, pero en su sociedad venía siendo como una cebra entre asnos.
- Si bien los peces son mudos, sus vendedoras hablan por todo lo que ellos callan.
- El asno me parece un caballo traducido al holandés.
- Nada más seguro para la mosca que colocarse en el matamoscas.
- El simio más perfecto no puede dibujar un simio. Sólo el hombre puede hacerlo. Pero también sólo él lo considera una ventaja.
- Que el hombre es el ser supremo también se deduce de que ningún otro ha tratado de refutarlo.
- No es que los oráculos hayan dejado de hablar: los hombres han dejado de escucharlos.
- Conozco el gesto de la atención fingida. Es el grado más bajo de la distracción.
- A lo más a lo que puede llegar un mediocre es a descubrir los errores de quienes lo superan.
- Hay ineptos entusiastas. Gente muy peligrosa.
- Estoy convencido de que cada ciudadano de H conoce a Z mejor de lo que se conoce a sí mismo.
- En el mundo uno encuentra con mayor frecuencia el consejo que el consuelo.
- Comerciaba con tinieblas en pequeña escala.
- Escribió ocho libros. Hubiera hecho mejor plantando ocho árboles o teniendo ocho hijos.
- Era un pensador tan minucioso que siempre veía un grano de arena antes que una casa.
- No es broma sino la pura verdad que antes de la Revolución los perros de cacería del rey de Francia tenían mejor salario que los miembros de la Academie des Inscriptions. Cf: la Nueva Biblioteca de Bellas Artes, tomo 44, capítulo 2, p. 234. Los perros: 40,000; los académicos: 30,000. Los perros eran 300, los académicos, 30.
- Los franceses prometieron hermandad a las naciones adoptadas. Finalmente sólo tomaron en cuenta a las hermanas.
- Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto.
- El matrimonio, al contrario de la fiebre, comienza con calor y termina con frío.
- Ciertos hombres de mal corazón creen reconciliarse con el cielo cuando dan una limosna.
- Intentar modificar el carácter de un hombre es como tratar de enseñar a una oveja a tirar de un carro.
- A la gloria de los más famosos se adscribe siempre algo de la miopía de los admiradores.
- Resulta imposible atravesar una muchedumbre con la llama de la verdad sin quemarle a alguien la barba.
- La enfermedad es la mayor imperfección del hombre.
- El amor es ciego, pero el matrimonio le restaura la vista.
- Una regla de oro: no hay que juzgar a los hombres por sus opiniones sino por aquello en lo que sus opiniones los convierten.
- El hombre es una obra maestra de la creación, tan sólo porque a pesar de todo su determinismo cree que actúa como ser libre.
- Lo que hace que la amistad auténtica y el vínculo conyugal sean tan fascinantes es la ampliación del yo.
- Como todas las cosas corrosivas, el chiste y el humor deben emplearse con cuidado.
- En mi opinión, la pregunta '¿debe filosofar uno mismo?' ha de responderse con una semejante: '¿debe rasurarse uno mismo?'
- ¡Cómo desaparecerán algún día nuestros nombres, detrás de los inventores del vuelo y cosas por el estilo!
- Se podría prescribir una dieta para la salud del entendimiento.
- El género humano sólo celebra lo bueno; el individuo con frecuencia lo malo.
- El hombre tiene un instinto irrevocable para creer que no lo ven cuando él no ve. Como los niños que se tapan los ojos para no ser vistos.
- El hombre ama la compañía, así sea la de una vela encendida.
- Jamás hay que creerle a quien asegure algo con una mano en el corazón.
- Es cierto que no puedo hacerme mis zapatos, pero, señores, no permito que me escriban mi filosofía.
- En cada facultad universitaria debería haber al menos un hombre muy capaz. Si las bisagras son de buen metal, lo demás puede ser de madera.
- Nada me molesta más en mi conducta que tener que ver el mundo como un hombre común, pues sé que lo ve de manera equivocada.
- Una vieja regla: un descarado puede parecer discreto cuando quiera, pero nadie que sea discreto puede parecer descarado.
- Nada se juzga con tanta ligereza como el carácter y en nada hay que ser más cuidadoso. Siempre he notado que las malas personas mejoran al conocerlas mejor y las buenas empeoran.
- Cualquiera aceptaría que las historias obscenas propias tienen un efecto mucho menos peligroso que las que se les ocurren a los otros.
- Pitágoras pudo, merced a un solo descubrimiento, sacrificar medio centenar de bueyes. Por todos sus descubrimientos, Kepler se hubiera dado por satisfecho con dos bueyes.
- Siempre he visto que la ambición voraz y la desconfianza van juntas.
- Cierta clase de personas traban fácilmente amistad con cualquiera, y luego se aprestan a odiarlo o a quererlo otra vez. Si se piensa en el género humano como un todo, donde a cada parte le corresponde un sitio, estos hombres se convierten en piezas faltantes que se puede colocar donde sea. Entre esta clase de personas rara vez hay grandes genios, aunque es a quienes con mayor facilidad se les toma como tales.
- Ante una obra menor siempre pienso: es sólo un librito de patrullaje que busca el sitio donde pueda anclar uno mayor.
- Nuestra vida es comparable a un día de invierno. Nacemos entre las 12 y la 1, no amanece sino hasta las 8, oscurece antes de las 4 y morimos a las 12.
- Unas cuantas docenas de millones de minutos hacen una vida de 45 años y algo más.
- ¿Qué será del género humano antes de que desaparezca? El mundo bien puede rotar como hasta ahora por otro millón de años, en cuyo caso 5000 años serán como un cuarto de año en la vida de un hombre de 50, apenas 1/12 del tiempo que pasamos en la universidad, ¿Qué hice el último cuarto de año? Comí, viví, hice experimentos eléctricos, escribí almanaques, me reí al ver un gatito, jugué con muchachitas y así transcurrieron 5000 años del pequeño mundo que soy yo.
- Ahí a su lado, ella se veía como un lagrimero etrusco o una jarrita de porcelana de Meissen junto a un tarro cervecero de zinc.
- Los relojes de arena no sólo nos recuerdan el rápido transcurrir del tiempo sino también el polvo en el que alguna vez nos convertiremos.
- Sí: las monjas no sólo tienen un estricto voto de castidad, sino también fuertes rejas en sus ventanas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario