Muy tarde, ya entrada la noche y cuando terminé de desvestirme, me di cuenta de que ayer toda mi vestimenta fue negra: de los zapatos al saco, así todas mis prendas.
¿Qué poderosa fuerza, oscura y oculta de la vista plena, puede obligar a un acto que podría parecer del todo deliberado? Han pasado muchos años desde que vestí enteramente de negro, en que al menos mi ropa guardó luto. Nunca me ha parecido indispensable, y estos gatos lo hacen más difícil (apenas sale la camisa del clóset y ya tiene sendas manchas de pelo; pero eso no afecta, porque sencillamente ya me vale madre).
Inhóspito momento para hacer estas reflexiones.
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