Uno se desprende de determinados individuos y casi en consecuencia aparecen -como por casualidad en la calle, en el transporte público, afuera de la oficina, en un bar, en los servicios de redes sociales (que sigo sin entender bien a bien para qué los quiero, si mis capacidades de comunicación y socialización son paupérrimas)- muchas otras personas que miran con buena cara, que no provocan mi mala cara. Alguno de ésos, quizá, alberga una oportunidad; y en consecuencia, en todos ellos hay una esperanza.
De haberlo sabido, y de en verdad suceder así como lo escribo (y sé perfectamente que no), hace mucho que hubiera cambiado polaridades.
De haberlo sabido, y de en verdad suceder así como lo escribo (y sé perfectamente que no), hace mucho que hubiera cambiado polaridades.
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