martes, 23 de diciembre de 2008

Conste que cito textual

I.
Mi hermana, en un correo que me escribió en mi cumpleaños:
Te has convertido en un hombre auto suficiente y me sorprendes por la velocidad con que arreglas tus cosas. Tu cuñado siempre me dice que no eres un niño y que no te trate así, pero todavía te veo pequeño y rechoncho (imagínate nomás! [imagínense nomás: yo, rechoncho... Eso habrá sido hace unos 25 años, o más.]). Me doy cuenta que efectivamente has crecido.

II.
Mi veterinaria (o, más específicamente, la de mis gatos; no tengo que detallar, ¿o sí?), mientras se despedía de mí, un viernes por la noche:
Me mandas un mensajito cuando llegues a tu casa, porfis. Vete con mucho cuidado, por favor. Te quiero mucho, corazón. Si necesitas algo, me hablas. ¿Quieres que te preste para un taxi?
La próxima vez que lleve a mis hijos con ella, quizá le confiese que me fui caminando a la casa, y que le mandé el mensajito a medio camino.


III.
Mi madrina de bautismo y primera comunión (para que luego no digan que soy pagano nomás de pura necedad; o quizá sí), a la que no veía desde hace ¿catorce? años, en la sobremesa:
Si me hubiera enterado de todo eso que pasó, te hubieras ido a vivir conmigo. TÚ te hubieras ido conmigo. Por cierto, ¿dónde vas a pasar Navidad?
Y justo antes de que me bajara de su auto para tomar el camión:
No, Tomás [mi padrino]: déjalo allá adelante, donde hay luz. Mira: ahí hay más gente. ¿Sí sabes qué camión tomar? ¿Necesitas dinero?

IV. De veras: ya crecí. Me costó un chorro, pero sí.

(Igual que yo no puedo dejar de tomarles fotos a mis gatos, sé que él tenía la misma compulsión.)

2 comentarios:

Palomilla Apocatastásica dijo...

ja, ja, ja...Vaya con eso de que el tiempo se detenga justo en medio del razonamiento.

Como ese de: Hija, no salgas, es que matan en todos lados.
Bah, igual me pueden matar afuera de un OXXO.

También: No te vayas, quedate a dormir con nosotros, a qué te vas a esta hora a tu casa
Shiale hace diez annios que no vivo con ellos.
Bah contratenme pues una nana.

Julián Iriarte (bueno, ya: Oliver) dijo...

Sí, ¿verdad? No es que mi barba sea luenga y cerrada, pero a los cinco no me rasuraba, seguro que no. Y sin embargo, sigo siendo pachón y necesito escolta para salir de la casa...
Ahora que veo otra vez la foto y lo carburo, mi padre no dejaba de llamarme "bebecito"; me repateaba, pero nunca supe decirle ese chiaaale amargo.
Si me contratan una nana morena y espigada, de lindas facciones y largas piernas, podría volver a jugar a las canicas (dios, qué mal chiste...).