Tuve el impulso (muy a destiempo: hay que entregar un catálogo el viernes, y otro más por la tarde, y una tira de materias la semana entrante, y hacer como que estudio [ajá...] para el próximo examen de la UNAM) de revisar un cuento. No están ustedes para saberlo, pero lo poco que he escrito en mucho tiempo ha sido por encargo de Eme-Equis, vía Antimio Cruz.
Me gusta "Ámbar gris" por el ritmo que logró y la cantidad de sensaciones que lo cruzan. Independientemente de ese impulso paternal de exhaltar a mis hijos, sucede que soy corrector de estilo, y ya pasó mucho de que escribí el cuento, y ahora lo miro con la navaja en una mano:
En otros menesteres, el cuento cobra una dimensión más después de leer los capítulos aromáticos (llamémoslos así) de Moby Dick.
Me gusta "Ámbar gris" por el ritmo que logró y la cantidad de sensaciones que lo cruzan. Independientemente de ese impulso paternal de exhaltar a mis hijos, sucede que soy corrector de estilo, y ya pasó mucho de que escribí el cuento, y ahora lo miro con la navaja en una mano:
No llevan prisa. Saben que todos van a estar sentados en la sala, contando las mismas historias, fumando y tomando cerveza. Saben que, pasadas un par de horas,¿Qué hacer cuando uno tiene este ojo de carnicero?sevan aempezar aaburrirse, Octavio se va a acordar de Susana y leva a marcarllamará a las tres de la mañana, Miguelse va a adueñartomará control sobredela música y todos se van a quejar, todos le darán su dinero a Horaciova a juntar dineropara más cerveza y botana yse va a quedar conpodrán dar el cambio por perdido, a las cinco van a cenar a ver dónde y luego él tendrá que llevar a varios a sus casas. Prefieren no llevar prisa.
En otros menesteres, el cuento cobra una dimensión más después de leer los capítulos aromáticos (llamémoslos así) de Moby Dick.
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