jueves, 6 de enero de 2011

Vida y opinión

I.
Una prueba de personalidad arroja los siguientes descriptores a partir de mis respuestas; comprenderán si me permito escoger los datos relevantes.
Oliver es un individuo preciso, exacto y meticuloso. Constantemente busca la perfección y se interesa mucho en los detalles; si bien tiene cierta inclinación por el detalle, también necesita realizar tareas de carácter variado, para evitar aburrirse y lograr la máxima eficiencia. Le gusta reflexionar sobre las cosas. Usa sus destrezas lógicas y analíticas para responder a problemas complejos y difíciles. Tiende a seguir el protocolo. Trabaja más eficaz y cómodamente en situaciones estructuradas, claras e inequívocas. Su aproximación general es cautelosa y conservadora.
Ha de entenderse que es un perfil para reclutadores laborales y que la 'valoración' está sesgada hacia mi capacidad para funcionar en un entorno de trabajo. Pero maldita la cosa, la piedra no cae lejos respecto a mi carácter general; ni siquiera de mi gusto literario. Del musical no hablo, porque en definitiva no ajusta.

Ia.
Lo que una prueba de personalidad en línea no arroja es la variación en situaciones localizadas: sí, tengo una obsesión por el orden y el sistema; sí, le traigo el ojo puesto al objeto perfecto; sí, necesito hacer cosas muy distintas, muchas, al mismo tiempo, o no me pongo quieto; sí, soy de formas y gusto conservador ('clásico' me parecería un poco más preciso). Pero tengo una pulsión maniática por encontrar soluciones distintas dentro de un mismo proceso. 'Make it new' (Pound).

II.
En la columna de la derecha se lee un robusto pliego petitorio: libros de variopinto tono y color que debieran formar parte de mi biblioteca* desde hace mucho tiempo, o quizá desde que se agitó mi curiosidad. Poco de lo que ahí se enlista se escribió en la segunda mitad del S. XX, y es generosa la cantidad de lo que se remonta a dos (o tres) siglos atrás.
Es perogrullada que ese pliego petitorio da clara idea de mi gusto literario; lo que resalta, en última de las instancias, es el derecho que tienes de disentir: si mi selección te parece anticuada, a mí no me da curiosidad leer a Stephenie Meyer o Dan Brown, entre otras novedades editoriales. Y todos contentos.

III.
Y podrá ser anticuado, oxidado, retrógrado o sencillamente viejo, pero la gran literatura se actualiza y toma su lugar en el tiempo, se hace espacio y presencia sin importar su edad. Sólo la gran literatura aprehende su futuro.
Ya saben qué edición quiero y me pueden regalar.

*De paso le agradezco a Xotlatzin por aquella edición digital de Los viajes de Gulliver. Digo, ya que estamos tocando el tema.