lunes, 7 de enero de 2008

Bendita mi oficina

Por fin me corre la sangre por el cuerpo: se me acabaron las vacaciones, regreso a actividades regulares, horario, entregas, responsabilidades superiores a tirar las croquetas en los platos de los gatos, salario...
Digo, las brevísimas transfusiones de las semanas pasadas apenas alcanzaron para mantenerlo a uno en pie.
Soy workaholic, y a mucha honra (¿dudas?, pregúntenle a mis empleadores si no me rifo).

7 comentarios:

Anónimo dijo...

JA, una sola palabra: WORKAHOLIC!

Julián Iriarte (bueno, ya: Oliver) dijo...

Y no se diga una sola más.

Anónimo dijo...

Ya sé lo que significa. Intentaré tomar ejemplo y trabajar como el que más para que la sociedad suba como la espuma. Estamos en la era de la aceleración y de cambio.

Anónimo dijo...

la del comentario anterior es concha.

Julián Iriarte (bueno, ya: Oliver) dijo...

Bueeeno, he de confesar que -antes que la sociedad- quien me interesa que se mantenga a flote soy yo.
Besos linda.

Anónimo dijo...

El trabajo, muchas veces es una sepultura.Las más sirve para producir y dar ayuda, pero otras sirve par hundir nuestra persona en una enajenación. en una distracción de la prioritaria búsqueda de la causa última. Es decir, la acción, en muchas ocasiones impide la reflexión.
Yo que tú disfrutaría del ocio como espacio de preparación y profundización-
Te deseo prósperos ocios.
La Conchi que teme que te entierres demasiado en el trabajo-
Un beso.

Julián Iriarte (bueno, ya: Oliver) dijo...

Hoy, como muchos otros días, no quiero pensar.