viernes, 18 de junio de 2010

Nuevas sexualidades

Mi alumno arquitecto desarrolló un proyecto sobre arte y violencia sexual entre 2007 y 2009. La última parte del proyecto contempla la publicación de una revisión crítica hecha por curadores y catedráticos de distintas disciplinas, así como el archivo fotográfico, anécdotas, trozos de la cobertura de prensa y sabrán los dioses qué más vamos a incluir: por supuesto, me postulé y me recluté a mí mismo como editor y corrector. Salomónica decisión, un editor mucho más experimentado que yo dirige.
En tanto algunos textos cojean (y feo), el editor en jefe propuso que asistiéramos ayer a una conferencia en el Claustro de Sor Juana: Beatriz Preciado comentaba sus ideas en torno a feminismo, géneros como ficción política, un futuro posible para la teoría crítica y la filosofía del cuerpo, genealogía de las hormonas, todo desde la teoría queer.
Llegué tarde (todavía, aunque pocos, hay compromisos en esta oficina), así que no entendí muy bien por qué hablaba –cuando llegué– sobre el consumo de testosterona y progesterona, protocolos burocráticos para que una persona pueda someterse a un proceso de reasignación sexual en España, la patologización de las preferencias sexuales, los sistemas de poder… A la luz de sus explicaciones entendí que su gran meta, como teórica y con miras a un proyecto filosófico harto complejo, es dinamitar las distinciones de género que se asignan a los individuos desde el nacimiento.
Después de un breve y aterrador repaso de la historia de la píldora anticonceptiva, sus fines iniciales, su uso como parte de un programa gubernamental y las ideas que lo sustentaban, el pensamiento de Beatriz se puede resumir –muy parcamente, casi criminalmente– en que la distinción binaria hombre/mujer es no sólo reduccionista, sino ficticia, impositiva, controladora, ciega ante realidades múltiples y simultáneas. Y a pesar de que nunca he sido afecto a la deconstrucción, la lucidez de las ideas –permeadas por el pensamiento de Derrida, Foucault o Deleuze o no– es atronadora.
Con toda honestidad, no puedo profundizar en el comentario de las ideas de Beatriz: tendría que leerla con harto cuidado y asimilar sus postulados (sigo sin entender a qué se refería con 'farmacopornográfico'). Apalabramos que escribiera un texto para el libro, pero al menos yo no sé a ciencia cierta cómo empatan en lo profundo sus ideas y un proyecto artístico-etnográfico, si no es por una ficción política (que ya sé que, en mi empecinamiento, voy a encontrar el resquicio correcto).
Lo único que saco en claro de la charla de ayer (amena, lúcida, de lenguaje sencillo a pesar de la complejidad del concepto) es que la exploración de la sexualidad más disciplinada implica casi por definición un desasosiego y un choque descomunal.
El día en que las distinciones de género desaparezcan y no haya más un orden binario hombre/mujer, el feminismo habrá cumplido su cometido y dejará de existir.
Un comentario hecho desde Brasil, vía el chat que sostenía la videoconferencia.

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