sábado, 25 de septiembre de 2010

Patriotero

Recibí hace poco (no sé por qué) una invitación para la pasarela Historia de México a través de la Joyería, a realizarse en San Martín de las Pirámides. Pero mejor lean: ¿quién soy yo para ahondar en detalles?

Disculparán la mala calidad de la imagen, pero el archivo (y sus errores tipográficos) corre a cuenta y cargo de los organizadores.

viernes, 24 de septiembre de 2010

Todo resonancia

La cardenchada dura lo que dura el sotol.
–Decir del presentador
I.
Hace cuatro años tuve el impulso de compartir mi reciente descubrimiento del festival Poesía en Voz Alta con una mujer. Sin duda quería que participara de eso que yo disfrutaba entrañablemente, y con esa intención en mente escogí la presentación de Alexis Díaz Pimienta: repentista cubano (ensamble de son de fondo) que improvisaba décimas como si las sacara del bolsillo. Y no siendo suficiente, invitaba al público a tirar el verso que viniera en gana y respondía en "paráfrasis" de octosílabos pareados, sin importar si el verso tirado era un alejandrino.
Sin embargo, los dos actos poéticos que antecedían no tuvieron un grano de la exquisitez de Alexis.

II.
El padre me odió y la madre me despreció por llevar a la mujer (habrá que acotar: contaba entonces 17 años) pasadas las once de la noche. Lo que los padres probablemente jamás supieron es que no vimos completa la presentación de Alexis, que los dos actos anteriores se extendieron lo que les vino en gana y se excedieron en tiempo.
Cuando regresé a casa recibí mensaje de que, en pocas palabras, tenía prohibido verme de nuevo. Y ahí comenzó un conato de debacle que ni siquiera vale mencionar.

III.
Mi reacción fue fincar toda la responsabilidad de esa distancia erigida en los dos sujetos que se extendieron: además de que su trabajo me pareció deplorable (y ni qué hacer si esta aversión a lo posmo se vuelve más recalcitrante según encuentro otras expresiones artísticas posmo, si se pueden calificar tal), a mi entender nada hubiera sucedido de apegarse al programa.
A la distancia, la claridad de las cosas es otra: en lugar de fincar responsabilidad, la trasladé. En un intento por no manchar la integridad de la mujer en cuestión, busqué un chivo expiatorio que la preservara inmaculada. Por supuesto: no podía ella ser responsable de tan infausta situación. Pero a la luz de la distancia, era una proyección metonímica (Barthes) y así levanté un muro de desprecio contra el sujeto P. con tal de no despreciarla a ella por no asumir su responsabilidad en lo que parecía ser una relación.

IV.
Conocemos al director de uno de los centros culturales más importantes de la ciudad, y en un arrebato nos dice que quiere trabajar con nosotros: por fin esa revista de arte cosecha frutos algo menos liminares. Y nos plantea el proyecto y es espléndido, lo que hemos buscado durante mucho tiempo. Hacía mucho tiempo que mi diseñadora y yo no nos ilusionábamos con tanto ahínco.
Entre los muchos otros proyectos que dirige o supervisa quien nos ha invitado, me entero de que el sujeto P. forma parte del consejo consultivo de una escuela de escritura creativa, y por un momento me doblo de ira en la silla: resabios de eso que fue desprecio.

V.
Poesía en Voz Alta inaugura con un slam en el Laboratorio Arte Alameda. Mi roomie, una colombiana con una historia incuestionablemente fascinante (pero que no he de mencionar por respeto y por las implicaciones que tiene este preciso momento histórico en la vida de su familia), trabaja en el Laboratorio. En ocasiones tengo la certeza de que se siente sola en esta ciudad, y el buen samaritano se asoma y es él quien busca la manera de ser lo más cercano a una familia aquí (después de todo vivimos juntos).
– Hay actividades en Casa de Lago. De hecho inauguraron en el Laboratorio.
– Ah, sí: yo estaba ahí, sirviendo cerveza en la barra.

VI.
Pero no puede acompañarme, pues su jefe le pide que le ayude con unas traducciones. Ni modo. Ya tendrá ocasión.
Llego onerosos cincuenta minutos tarde, agitado, esperando escuchar al Grupo Cardenchero de Sapioríz: cuatro hombres de setenta años, últimos ejecutantes de este canto tradicional, a todas luces en vías de extinción. Las canciones prescinden de instrumentación, compuestas para tres voces, de temática eminentemente amorosa. A veces parecidas a un corrido, a veces con algún dejo de bolero, a veces con métricas que se reconocen norteñas, estas canciones decimonónicas son de una languidez y emoción avasallantes: cuando la voz aguda alcanza el tono más alto en su acompañamiento a la principal, la piel se enchina ante la potencia.

VII.
Llego onerosos cincuenta minutos tarde, busco en la oscuridad un asiento libre. Justo a mi izquierda está sentado P. Y el sujeto ya no me provoca aversión tan sólo por ser. Dudo que pueda escucharlo de nuevo y aprecie su trabajo como poeta, pero al menos no lo desprecio.
Como especie de corolario
cuya relación me es clara y sin embargo no puedo decir puntualmente, es tiempo de levantarme y volver a decir, apurar el tequila (a falta de sotol) que descansa en la mesa, aún a riesgo de que el antiinflamatorio pierda efecto y vuelva a colapsar de dolor, recuperar la voluntad y saber que la escritura es ahí donde no estás.


domingo, 5 de septiembre de 2010

Call me Arthur.

Still, some times they come back in an all-loving hand. And all you can do is acknowledge such love.
And say not much more.