lunes, 18 de abril de 2011

Imperatrix mundi

Let's not be afraid to be Don Quixotes.
Algirdas Julien Greimas

Para Aquiles, la gran preocupación era fama y gloria (que no necesariamente pasar a la inmortalidad, como se pretende en la multimillonaria y muy libre adaptación en Troya): podía quedarse sentado a la vera de su tienda y esperar a que llegara la muerte en la vejez, perdido en el olvido de los hombres, uno más sin pasado; o podía levantarse, con la certeza de que quedaría tendido en los campos de Troya y la inconmensurable fama de haber sido el mayor guerrero que recordaran los hombres. Y sin embargo, Odiseo encuentra en los infiernos a uno que preferiría ser un esclavo vivo a un rey entre los muertos.
La fama, entonces, se volvió carga a cuestas para los siguientes siglos, todos penando por pasar a la memoria del mundo. Fama y Fortuna comandaron los actos hasta entrado el S. XVI, y sólo hasta que Don Alonso se burló —sin saberlo— de esa gloria, paró ésta de encontrar su camino.
La defensa de la fama no ha perdido vigencia, y una medida es mantener la cordura, aparentar solvencia en todos los órdenes de la vida, lograr sin demasiada pirotecnia que Fortuna sonría y su rueda nos encuentre en alto. No cometer impertinencia o imprudencia alguna, ser probos, mantenerse en los lindes del respeto convenido, hacerse del reconocimiento a punta de méritos.
Pero entonces falta la voluntad, el asalto del cambio, una oscura pulsión de vida que dicta: "no tiene importancia, no hay decisión absoluta, puedes cambiar la opinión ajena si tienes la tenacidad, reventar la locura, disolver el tiempo". Se vislumbra la posibilidad de vencer en batallas absurdas o que ya han sido ganadas, de cargar contra un justo. Y entonces hacerse de su nombre.
¿A quién mira Fortuna desde lo alto? ¿Al que espera que lo aplaste, o al que se yergue para alcanzarla? El refrán es viejo: Audaces fortuna iuvat.

2 comentarios:

Catexia dijo...

Así como que "hazte fama y échate a dormir" pos como que no, yo le voy a que se yergue y yergue, y me cae que tu eres uno de esos. Beso

Julián Iriarte (bueno, ya: Oliver) dijo...

Todavía hay mucho que hacer.