Ayer, por andar de buen brother (lo que no necesariamente significa de buena vibra), anduve regalando abrazos en el Parque México. La idea, evidentemente, no fue mía: es bien sabido que soy un malencarado/humor negro/que se incendie el mundo, al punto de pedir desinfectante en gel por esa cuestión del contacto físico.
Y sin embargo, también es bien sabido que tengo mi corazoncito de pollo (en el sentido más literal de la expresión) y que no pude poner la cara de hijoputa cuando un chavito de ¿tres años? (al que su madre parecía pasear como perro, pues las correas al pecho casi le apretaban) salió corriendo a pedirme un abrazo, y después volvió -trompita parada- a pedirme un beso, que por sabiduría le di en el cachete (mejor no provocar a las familias).
Linda experiencia, para qué digo que no: pasada una profunda contemplación de media hora, cavilando los elementos filosóficos de un momento como es un abrazo, llegué a la conclusión [...] de que el chiste no sólo ayudó a la gente que abrazamos (llegados los 250 en una hora [algunos por demás deprimidos, con cara de borrego a medio morir, o de enfermo cuasiterminal], me dio hueva seguir contando), sino que nos ayudó también a los siete que andábamos de abrazadores. Después de todo, cuando uno abraza también es abrazado. ¿A poco no es bien bonito decir perogrulladas y hacer creer que de verdad hubo un esfuerzo en la reflexión?
Pues sí, estuvo padre. Hay días que me choca tener corazón de pollo...
Y sin embargo, también es bien sabido que tengo mi corazoncito de pollo (en el sentido más literal de la expresión) y que no pude poner la cara de hijoputa cuando un chavito de ¿tres años? (al que su madre parecía pasear como perro, pues las correas al pecho casi le apretaban) salió corriendo a pedirme un abrazo, y después volvió -trompita parada- a pedirme un beso, que por sabiduría le di en el cachete (mejor no provocar a las familias).
Linda experiencia, para qué digo que no: pasada una profunda contemplación de media hora, cavilando los elementos filosóficos de un momento como es un abrazo, llegué a la conclusión [...] de que el chiste no sólo ayudó a la gente que abrazamos (llegados los 250 en una hora [algunos por demás deprimidos, con cara de borrego a medio morir, o de enfermo cuasiterminal], me dio hueva seguir contando), sino que nos ayudó también a los siete que andábamos de abrazadores. Después de todo, cuando uno abraza también es abrazado. ¿A poco no es bien bonito decir perogrulladas y hacer creer que de verdad hubo un esfuerzo en la reflexión?
Pues sí, estuvo padre. Hay días que me choca tener corazón de pollo...
4 comentarios:
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Pollo 1 - Sociedad 0
Técnicamente, fue un empate: le sacamos una sonrisa a un chorro de gente. De ahí a que me la crea... Me encanta ser un malencarado.
jajaja... ay si, es como si alguien me hubiera sacado una sonrisa a mi.... jejejeje.... te reiste retemuchísimo juliancito...jejeje
y nomás por eso...un abrazooooo
Digo, el bonito deporte de joder gente y espantar niños gritando como payaso desaforado y mal maquillado (aunque sin el maquillaje) siempre es divertido. Además, uno no puede poner TAN mala cara cuando hace 'labor social': cuestión de elegancia. Y ni diga, que yo también la vi retesonriente.
Abrazoteees
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