martes, 28 de julio de 2009

Los trabajos y los días

Se suman por encima de sí mismos, se comprometen a extremos que exigen la sangre, se implican los unos a los otros, se arrasan de desesperación e ira cuando no encuentran su camino, se suceden según su propio curso, se atropellan cuantas veces las horas no les son suficientes, asesinan desde la paciencia hasta la calma.
Suceden porque se les permite. Porque no encontraron resguardo ni abrigo en tanto tiempo. Porque son el común denominador. Porque dicen ser no sólo necesarios, sino indispensables. Porque saben instalarse en cada dolor.
Y suceden. Y uno no está de humor ni en capacidad para atender responsabilidades que le son ajenas.

2 comentarios:

Xotlatzin dijo...

Por un momento creí que hablabas de los choferes de microbuses!

Julián Iriarte (bueno, ya: Oliver) dijo...

Y sólo ahora que lo mencionas caigo en cuenta de la posibilidad de esa lectura.
Me cae que nada más Borges sabía más que su lector.