Ver mi nombre como autor de una obra es motivo de sumo orgullo, pero la grandeza literaria [sic] me es infinitamente menos relevante que el valor que tiene para mí una publicación en particular. El orgullo era de otro, y a él va, que para él fue escrito.
Me haría muy feliz encontrar un comentario suyo aquí: por favor, háganlo.
5 comentarios:
¡Felicidades por tu cuento Oliver!
Una historia triste de auto marginación; el drama del hombre que busca el reconocimiento público para mitigar sus complejos de inferioridad; tu personaje se cura, lo comprende y lo remedia, se reconcilia con su yo, muy al estilo del Siddhartha viejo de H.H. que encuentra el equilibrio en la metáfora del río (madera en nuestro caso).
Terminas tu trabajo muy al estilo Hitchcock, diciendo “Todos pasan los ojos por encima,..” Aquí se me erizaron los pelos, ¡se sigue pensando en los otros!
¿Serán nuestros padecimientos psicológicos incurables, como el alcoholismo que al menor descuido tambalea una salud recuperada tan apenas?
La marginación que más pesa es la el hombre se echa a cuestas, la pobreza económica no es pobreza, la pobreza del ser es devastadora.
Saludos,
Xotlatzin.
Esa historia me la contaron en partes, muchas veces: digamos que me tomé la licencia de contarla de nuevo, libérrimamente.
Y no se mira: lo miran. Yo lo hacía, al menos, hasta donde muchos no pudieron.
Abrazo
Enorabuena por escribir y gracias por compartir tus palabras.
Historia grande y emotiva.
Hace 10 añoooooos! jajaja.
La H es muuuuda! jiji.
Typo bobo sorry!
Montones y kilos de gracias. Creo que tenía que ser así.
Hace más de dieeez años que la H es muda... jajaja
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