lunes, 21 de septiembre de 2009

Una distracción

Supongamos que hago un ejercicio descomunal y se me olvida que hoy estoy odiando al género humano enterito (o quizá sólo 98 centésimas partes); supongamos que al fondo de este saco de bilis y rabia y tripas hay una pulsión creativa capaz de omitir o -en el mejor de los casos- hacer uso de mis odios; supongamos que todos somos capaces de decir, bajo la insinuación velada o la declaración abierta, eso que revolotea en la cabeza; supongamos que alguien más, que leyó desesperadamente Momo, una y otra vez, les presta esa atención y escucha sobrias.
Supongamos que, después de mucho tiempo, por fin tengo un personaje a quien escribir, pero no lo conozco; sin embargo, las lectoras de este blog sí. Si los (dos) lectores gustan participar, hagan las variaciones que les resulten pertinentes.
Imaginemos un idilio: sueñan con el hombre de sus sueños; por tanto, sueñan que sueñan. Sueñan en un lugar atestado de gente, ruidoso, donde todos y todo lo demás tiene un rostro sin importancia. Sueñan en un espacio amplio, no abierto; entonces resulta que ahí en algún lugar está ése, el que han soñado ni siquiera saben ya cuántas veces.
De alguna manera tendrán que reconocerlo, así que ése requiere una entidad: un aspecto físico, un gusto musical, una profesión y hábitos y entretenimientos, odios, vestimenta, defectos que construyen personas, cualidades, manías. ¿Qué tiene ése que no han tenido los otros, que debieron tener o ser o entender?
Saturen [ajá...] los comentarios de sustantivos y adjetivos; tres mil puntos a la descripción que rellene la cara de ése que estoy escribiendo yo.

4 comentarios:

Alisma dijo...

Advertencia: De entrada, la siguiente descripción es bastante mala. No tiene tantos adjetivos como hubiera querido (estoy en el trabajo), pero aquí tienes.

Todo sea por ayudar.

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Sueño que sueño y ahí está él. A mi lado, con sus ojos cafés, cristalinos, intensos; él, con su andar descuidado. ¿Quién es? Perfeccionista en su propia imperfección. Capaz de escuchar, aunque parezca distante. Observador. Racional en extremo, pero sensible a una sonrisa. Capaz de conjugar verbos y llenar con ellos hojas en blanco. Romántico sin pretenderlo. Con manos repletas de suaves y hábiles caricias. Compañero incansable de largas caminatas. Atento a los problemas y dispuesto a dialogar. Cortés, de broma fácil y risa espontánea. Tolerante a las diferencias ideológicas. Firme en sus decisiones y un poco necio al defenderlas. Amante de la música alternativa, los libros y los museos. Solitario e, incongruentemente, buscando mi compañía. Adicto al trabajo hasta desesperarme. Gusta de la ropa casual y oscura. Con una aversión, incomprensible, a las películas de comedia romántica, pero dispuesto a ir verlas (aunque no desaprovecha la oportunidad de quejarse durante todo el trayecto). Madrugador. Adorador de la cafeína en las mañanas y del sushi por las noches. Masajista experto (o al menos en miras de) y protector de mis sueños.
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Muy buena distracción para terminar el día.

Saludos ;)

Julián Iriarte (bueno, ya: Oliver) dijo...

Pues yo la veo bastante nutrida. Tomando nota(s).

Diana Gutiérrez dijo...

Yo ahora sólo pienso en mi personaje, Julien. Prometo imaginar más para ayudarle.
Un beso.

Julián Iriarte (bueno, ya: Oliver) dijo...

En cierto sentido, Julien es una forma de responder a esta convocatoria.
Beso de guanábana