lunes, 28 de septiembre de 2009

Tempus finis

El 21 de diciembre de 2012 termina la cuenta larga del calendario maya. Leído textualmente, el tiempo se termina; sobreinterpretado (a la manera de los exégetas paranoicos de las Revelaciones de Juan), el mundo se va a acabar, o la humanidad va a tener una epifanía, o sucederá por fin el sueño de Vasconcelos. O ninguna de las anteriores.
En otras palabras, y si no sucede nada en perjurio de mi persona (como que me vuelvan a reventar en mi propia casa o me explote un ventrículo o un coágulo se me estacione en el cerebro, todas las cuales son muy probables dado mi muy sano humor), habré cumplido treinta años cuando me siente con un vaso de whiskey y cacahuates a ver el fin del mundo, que no será otro que el de los paranoicos y los suicidas apocalípticos haciendo eso que mejor saben hacer.
Al margen de que sería extraordinario confrontar a Agustín con los mayas, lo sano es pensar en tiempo presente. Y Beth Orton lo dijo rebonito: today is whatever I want it to be.


4 comentarios:

Diana Gutiérrez dijo...

"Y si no se acaba, a lo mejor la mañana siguiente también". Nos veremos.

Julián Iriarte (bueno, ya: Oliver) dijo...

Vayamos anotando el 22 de diciembre como fecha cívica. O mañana mismo.

LiLiTh (NeFeSh) dijo...

Te iba a contar un chiste que hizo un maestro budista. Pero muero de sueño. Un abrazo.

Julián Iriarte (bueno, ya: Oliver) dijo...

Otro día, entonces.