jueves, 13 de noviembre de 2008

Un remedio para no morir intempestivamente

Antes de que me dé una embolia por el enojo (gracias: veinte años de una linda amistad y la amenaza de un proceso legal en mi contra mezclan maravillosamente en el mismo vaso; no digo más porque todavía procuro ser un caballero), voy a tratar de no perder del todo la compostura, y voy a hacer como que me queda capacidad para sonreír gracias a las dimensiones de mi cinismo.
En virtud de que es de lo más improbable que permanezcan aquí la hora y poquito que duran los discos puestos a su consideración, haremos esto breve: los extended play (EP's) tienen tanta historia como los discos de vinil y son y serán una aproximación bien interesante a muchos músicos.
Y está cotorro el asunto, porque hay quien entiende por EP una colección de cuatro canciones, y otros dicen que dura entre diez y treinta minutos. Entre que peras o manzanas, los que me encontré y la cabeza me permitió reconocer en estos últimos quince minutos.
Prometo que la selección es bastante amable: a nadie le van a sangrar los oídos.

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