viernes, 3 de abril de 2009

Fuga en D menor

Mañana viajo al desierto: visito a mi familia después de casi dos años de no verlos. Mi maleta está arrumbada en el clóset, vacía y cubierta de pelo de gato; además de guardar mi ropa, tengo que empacar libros y queso Oaxaca (ah, pero los niños tenían que extrañarlo).
En tanto mi vuelo sale por la mañana, no debiera salir hoy por la noche; pero no siempre soy una persona prudente y de verdad tengo ganas de ir a la presentación de Los esclavos. Cuando la noche no baste, duerma en el avión (si es usted como yo y donde acomoda la cabeza cae como res herida; si no, váyase a su casa a dormir).
Me presumieron que me voy a pasar las vacaciones leyendo los escritos de mi sobrina; me "conminaron" (un bucéfalo de 125 kg y 1.92 m, maestro de artes marciales; que no les asalte la palabra 'coerción') no sólo a corregir lo que escribió, sino a enseñarle a leer y criticarse a sí misma. Me emociona la idea, y me preocupa otro tanto: las cosas por pasos y a su tiempo.
Como podrán suponer, no sé si voy a tener tiempo para atender este blog a partir de mañana y durante diez días, ni sé si voy a tener alguna intención de escribir algo, ni sé si éste es buen momento para ponerle tapa y lápida y epitafio a esta sepultura. Eso último probablemente sea una mentira: mi arrogancia y egocentrismo difícilmente dejarían de proveerse de un medio para sus fines, como es este blog; aunque uno nunca sabe.

2 comentarios:

Palomilla Apocatastásica dijo...

Vaya, así que tu también eres del desierto...ea que cosas. A mí este desierto a veces me suena demasiado agresivo. Pero creo que no podría estar en otro lugar.

Julián Iriarte (bueno, ya: Oliver) dijo...

No: mi familia vive en el desierto debido a que el bucéfalo es oriundo. En estricto sentido, todos estamos de visita.
El desierto o la ciudad, cualquier lado se vuelve residencia.