El tigre.pdf |
Hosted by eSnips |
miércoles, 30 de enero de 2008
martes, 29 de enero de 2008
Quizá esté en algún lugar
Diciendo qué cosa es amor
Es amor fuerça tan grande
que fuerça toda razón:
una fuerça de tal suerte,
que todo seso convierte
en su fuerça y afición;
una porfía forçosa
que no se puede vencer,
cuya fuerça porfiosa
hacemos más poderosa
queriéndonos defender.
Es placer en c'hay dolores.
dolores en c'hay alegría,
un pesar en c'hay dulçores,
un esfuerço en c'hay temores,
temor en c'hay osadía;
un placer en c'hay enojos,
una gloria en c'hay pasión,
una fe en c'hay antojos.
fuerça que hacen los ojos
al seso y al coraçón.
Es una cautividad
sin parescer las prisiones;
un robo de libertad,
un forzar de voluntad
donde no valen las razones;
una sospecha celosa
causada por el querer,
una rabia deseosa
que no sabe qu'es la cosa
que desea tanto ver.
Es un modo de locura
con las mudanças que hace:
una vez pone tristura,
otra vez causa holgura,
como lo quiere y le place;
un deseo que al ausente
trabaja, pena y fatiga;
un recelo que al presente
hace callar lo que siente,
temiendo pena que diga.
-Jorge Manrique
Es amor fuerça tan grande
que fuerça toda razón:
una fuerça de tal suerte,
que todo seso convierte
en su fuerça y afición;
una porfía forçosa
que no se puede vencer,
cuya fuerça porfiosa
hacemos más poderosa
queriéndonos defender.
Es placer en c'hay dolores.
dolores en c'hay alegría,
un pesar en c'hay dulçores,
un esfuerço en c'hay temores,
temor en c'hay osadía;
un placer en c'hay enojos,
una gloria en c'hay pasión,
una fe en c'hay antojos.
fuerça que hacen los ojos
al seso y al coraçón.
Es una cautividad
sin parescer las prisiones;
un robo de libertad,
un forzar de voluntad
donde no valen las razones;
una sospecha celosa
causada por el querer,
una rabia deseosa
que no sabe qu'es la cosa
que desea tanto ver.
Es un modo de locura
con las mudanças que hace:
una vez pone tristura,
otra vez causa holgura,
como lo quiere y le place;
un deseo que al ausente
trabaja, pena y fatiga;
un recelo que al presente
hace callar lo que siente,
temiendo pena que diga.
-Jorge Manrique
lunes, 28 de enero de 2008
Catarsis
Tengo para mí que no sé decir. Para eso escribo, a veces. Adversidades y exorcismos, Michaux.
En lo general, no pensamos lo que decimos, el lenguaje oral suele carecer de orden, no hay manera de recuperar las palabras dichas pues su impronta queda en el menos material y, sin embargo, más permanente de los sustratos: la memoria, la propia y la ajena. Al menos así es para mí, pues mi memoria es cruel y no olvida y no abandona.
El lenguaje escrito, por el contrario, se ordena, se corrige, se suprime, se puede abandonar: suficiente prueba me es que no puedo escribir si no es en la computadora, para corregir, reacomodar, omitir, resumir. Verba volant, scripta manent, mi latinajo favorito.
Pero no sé decir, así que no importa mucho. Y más que decir, quiero romper algo, quiero destrozar y quemar y arrancar y taladrar y hacer tasajos y jirones. Siempre llega una tumba.
La violencia tampoco tiene orden.
En lo general, no pensamos lo que decimos, el lenguaje oral suele carecer de orden, no hay manera de recuperar las palabras dichas pues su impronta queda en el menos material y, sin embargo, más permanente de los sustratos: la memoria, la propia y la ajena. Al menos así es para mí, pues mi memoria es cruel y no olvida y no abandona.
El lenguaje escrito, por el contrario, se ordena, se corrige, se suprime, se puede abandonar: suficiente prueba me es que no puedo escribir si no es en la computadora, para corregir, reacomodar, omitir, resumir. Verba volant, scripta manent, mi latinajo favorito.
Pero no sé decir, así que no importa mucho. Y más que decir, quiero romper algo, quiero destrozar y quemar y arrancar y taladrar y hacer tasajos y jirones. Siempre llega una tumba.
La violencia tampoco tiene orden.
viernes, 18 de enero de 2008
Uff... Reuff...
Considerando que estos últimos días he estado en uno de esos malos humores, me estaba negando a publicar nada más por algún tiempo. Pero benditos mis trabajos y las cosas que me obligan a toparme. Ya lo había dicho yo antes, y ahora lo reafirmo: a la publicidad le entro sólo cuando es extraordinaria. Y en este caso estuve a nada de que se me escurrieran las de cocodrilo. Una chulada, de veritas, una chulada.
(Para los que son más metiches que yo, esto lo encontré en e-limbo.com, donde -por cierto- hicieron a bien publicar la traducción que me reventé mi madre haciendo durante dos semanas... Y sin avisar.)
(Para los que son más metiches que yo, esto lo encontré en e-limbo.com, donde -por cierto- hicieron a bien publicar la traducción que me reventé mi madre haciendo durante dos semanas... Y sin avisar.)
jueves, 17 de enero de 2008
Decir mañana
Esta tristeza que sabe besarme la lengua, este amor, pequeño, olvidadizo, ahogado en un mar de leche, esta luna verde que vive sólo en lagunas y canta más bajo que la cigarra, esta mirada que se desploma ante la selva de lo que no digo, este sol que tiene miedo del más simple árbol, y tus labios que brillan más cuando no los quiero, las gaviotas que saben mejor esperar la noche a parecer sabias y dar consejos, esta terrible alegría tiembla y emigra cada tarde para volver sin anunciar su nombre, para irse de nuevo sin prometer el regreso y tú, que miras y oyes, te olvidas en la silla, te pierdes entre el cabello, dices un beso y sigues andando. Así las cosas, así las cosas (hasta mis manos que de escuchar duelen): esta ausencia que sabe más que yo.
martes, 15 de enero de 2008
Nuevo récord
Pasada la profundidad (ajá...) del último post y su profunda filosofía de fondo de vaso desechable de café (o peor, chai latte), tengo que hacer alarde de mi más reciente fruslería: me he impuesto un nuevo récord, consistente en 467 canciones descargadas del internet, todo en una jornada de trabajo regular.
Si me quejo en los días siguientes porque voy retrasado y no he terminado mis pendientes, por favor no me hagan caso.
Si me quejo en los días siguientes porque voy retrasado y no he terminado mis pendientes, por favor no me hagan caso.
jueves, 10 de enero de 2008
Retomando ideas previas (como siempre)
Supongamos que hago caso al asunto aquél de las causalidades y echo a la basura la casualidad, supongamos que no le pongo pero alguno:
I. Ayer me pasé hasta la una de la mañana viendo la televisión (yo, que me preciaba de no ver tele y tenerla ahí junto a la cama amasando polvo): un programa de entrevistas de señoras que no tienen gran cosa que hacer. La invitada era Elisa Salinas, internacionalmente conocida por ser la hija del señor que fundó Salinas & Rocha y Grupo Elektra, y por ser la prima de Ricardo Salinas Priego (aka el billetudo que compró TV Azteca), y por haber hecho muchas de las novelas y series aburridas de la susodicha televisora, y por producir crímenes de lesa humanidad (harto taquilleros, por lo demás) como Huevo Cartoon y Cansada de Besar Sapos.
Y si me mantuve despierto hasta esa hora fue porque, de alguna manera, la mujer mostraba un extraño carisma que me obligaba a seguir escuchándola, además de una seguridad que como que la hacía ver atractiva, no pregunten ustedes por qué. Por otra parte, sus opiniones me parecieron particularmente inteligentes y lúcidas, a pesar de que parece una chica fresa que usa anglicismos a diestra y siniestra y -por tanto- la costumbre me obliga a desconfiar.
El asunto es que uno de sus comentarios más interesantes versaba algo como lo siguiente (la idea es de ella, comulgo sólo con la conclusión: lo demás es mero introito). Hordas de mujeres con un extraño sentido del feminismo optan por rehusarse a parecer femeninas, aún frente a sus respectivas parejas, en tanto sienten que se vuelven objetos sexuales de poco o nulo valor; para la señorita Salinas, pocas cosas parecen tan extraordinarias como ser el objeto de deseo de la pareja de cada cual, lo que medianamente significa un constante enamoramiento.
II. En comodísimo chisme/chat con una gran amiga -aquélla a la que intenté en mis limitadas capacidades explicarle la aporía de San Agustín-, me copió una cita de un libro de Paolo Giuntella (treinta y tres mil puntos al que me diga quién es sin recurrir al Google): "Me encantan las palabras de Santa Catalina de Siena: 'Mi vida está inflamada'. Creo que toda vida debe estar inflamada, toda vida debe buscar la intensidad. La vida no es preciosa si no llega a ser una estrella, un fuego".
La gran pregunta es cómo corchos logra uno que la vida se incendie; por tanto, que ilumine y dé calor. O sea luminosa y calurosa. Más allá del proceso (o independientemente de él), la sola imagen pareciera suficiente para que uno quiera intentarlo. Quizá quiero ver, al menos por un instante, algo alentador y personal al mismo tiempo, distinto.
III. De camino a esta oficina, ya consideraba yo hablar sobre la señorita Salinas, y echar un comentario del tipo: "Busco a una mujer que me haga considerarla mi exclusivo y único objeto del deseo". Desde que me vino la idea a la cabeza me pareció vulgar, por decir lo menos. Pero de pronto aparece esta imagen y la idea toma un nuevo color: busco un incendio.
I. Ayer me pasé hasta la una de la mañana viendo la televisión (yo, que me preciaba de no ver tele y tenerla ahí junto a la cama amasando polvo): un programa de entrevistas de señoras que no tienen gran cosa que hacer. La invitada era Elisa Salinas, internacionalmente conocida por ser la hija del señor que fundó Salinas & Rocha y Grupo Elektra, y por ser la prima de Ricardo Salinas Priego (aka el billetudo que compró TV Azteca), y por haber hecho muchas de las novelas y series aburridas de la susodicha televisora, y por producir crímenes de lesa humanidad (harto taquilleros, por lo demás) como Huevo Cartoon y Cansada de Besar Sapos.
Y si me mantuve despierto hasta esa hora fue porque, de alguna manera, la mujer mostraba un extraño carisma que me obligaba a seguir escuchándola, además de una seguridad que como que la hacía ver atractiva, no pregunten ustedes por qué. Por otra parte, sus opiniones me parecieron particularmente inteligentes y lúcidas, a pesar de que parece una chica fresa que usa anglicismos a diestra y siniestra y -por tanto- la costumbre me obliga a desconfiar.
El asunto es que uno de sus comentarios más interesantes versaba algo como lo siguiente (la idea es de ella, comulgo sólo con la conclusión: lo demás es mero introito). Hordas de mujeres con un extraño sentido del feminismo optan por rehusarse a parecer femeninas, aún frente a sus respectivas parejas, en tanto sienten que se vuelven objetos sexuales de poco o nulo valor; para la señorita Salinas, pocas cosas parecen tan extraordinarias como ser el objeto de deseo de la pareja de cada cual, lo que medianamente significa un constante enamoramiento.
II. En comodísimo chisme/chat con una gran amiga -aquélla a la que intenté en mis limitadas capacidades explicarle la aporía de San Agustín-, me copió una cita de un libro de Paolo Giuntella (treinta y tres mil puntos al que me diga quién es sin recurrir al Google): "Me encantan las palabras de Santa Catalina de Siena: 'Mi vida está inflamada'. Creo que toda vida debe estar inflamada, toda vida debe buscar la intensidad. La vida no es preciosa si no llega a ser una estrella, un fuego".
La gran pregunta es cómo corchos logra uno que la vida se incendie; por tanto, que ilumine y dé calor. O sea luminosa y calurosa. Más allá del proceso (o independientemente de él), la sola imagen pareciera suficiente para que uno quiera intentarlo. Quizá quiero ver, al menos por un instante, algo alentador y personal al mismo tiempo, distinto.
III. De camino a esta oficina, ya consideraba yo hablar sobre la señorita Salinas, y echar un comentario del tipo: "Busco a una mujer que me haga considerarla mi exclusivo y único objeto del deseo". Desde que me vino la idea a la cabeza me pareció vulgar, por decir lo menos. Pero de pronto aparece esta imagen y la idea toma un nuevo color: busco un incendio.
lunes, 7 de enero de 2008
Bendita mi oficina
Por fin me corre la sangre por el cuerpo: se me acabaron las vacaciones, regreso a actividades regulares, horario, entregas, responsabilidades superiores a tirar las croquetas en los platos de los gatos, salario...
Digo, las brevísimas transfusiones de las semanas pasadas apenas alcanzaron para mantenerlo a uno en pie.
Soy workaholic, y a mucha honra (¿dudas?, pregúntenle a mis empleadores si no me rifo).
Digo, las brevísimas transfusiones de las semanas pasadas apenas alcanzaron para mantenerlo a uno en pie.
Soy workaholic, y a mucha honra (¿dudas?, pregúntenle a mis empleadores si no me rifo).
jueves, 3 de enero de 2008
Medidas desesperadas
Seguir así es absurda necedad. Y este corazón tan dado a la ira ya no da para aguantar esta miseria. Sí, es una situación desesperada: ya estoy muy harto; mejor terminarlo en este instante, ahora que me queda fuerza para hacerlo.
Castellano: casi me duele la espalda de estar tirado, pero va siendo hora de irme de regreso a mi casa, después de cuatro gloriosas horas en mi oficina.
Mi nombre es Oliver y soy workaholic.
Castellano: casi me duele la espalda de estar tirado, pero va siendo hora de irme de regreso a mi casa, después de cuatro gloriosas horas en mi oficina.
Mi nombre es Oliver y soy workaholic.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)