jueves, 18 de marzo de 2010

Impasse

Es de sumo difícil pensar con nobleza cuando uno sólo piensa en ganarse la vida.
–Jean-Jacques Rousseau

I.
– Oiga, ¿qué tanto sabe de robótica?
– No, pues no la armo.
– ¿No le entra a una traducción? Mire, le reenvío.
Y recibo por correo una descripción poco precisa del documento; hoy, terminada la traducción, no sé para qué sirve ni cómo funciona el robot.
Nota al pie: en mi tabulador, una traducción de este tipo cuesta casi el doble de lo que nos han de pagar, sin mencionar que mi tiempo de entrega también se duplica.

Ibis.
– Hubiera ido ayer con nosotros por una cerveza.
– No, ni cómo: salí de aquí a las once y media. Pero al menos ya terminé la traducción.
– Le iba a decir, ¿y si le mando las imágenes de mi texto para que las traduzca? A mí ya no me da tiempo.

II.
El jueves pasado.
– Buenas tardes, Oliver. Quería agradecerte todo lo que has hecho con nosotros, pero esta situación ya no se puede sostener. Espero encontrar pronto a alguien tan profesional como tú.
– No entiendo lo que me quieres decir [sí entiendo, pero me chocan los eufemismos en ámbitos que no sean estrictamente literarios].
– ¿Ah, no me entiendes? Pues déjame decírtelo. Ya no podemos trabajar con el desastre de tiempos que tienes. Me dicen que ni siquiera tienes disposición para hacer tu trabajo. No es posible que me detengas la publicación de la revista. Si es necesario, las niñas van a tener que venir el fin de semana, y nadie se va hasta que esa revista esté en la imprenta.
– A ver. Yo le propuse una fecha de entrega a tu diseñadora, y en tanto nadie ha puesto reparo, doy por sentado que la aceptan. Nadie me dijo que necesitaban que entregara en otra fecha ni que les urgía. Por eso le escribí a tu diseñadora para pedirle que me mandara los archivos, y sigo sin recibir respuesta. Por lo demás, el calendario que tengo estipula que debí leer esa revista el 25 de enero, y que tengo cinco días para la tarea.
Silencio. Titubeos.
– Esto no puede estar pasando. En este mismo momento hablo con la diseñadora. En un rato te devuelvo la llamada.
No me llamó. Y me tomó cuatro intentos conseguir una cita para que me dijera que ya no formo parte de esa editorial, debido a que las editoras se quejan amargamente de que mi trato es grosero y prepotente, hasta ofensivo, y mi actitud nefasta. En ningún momento hizo mención a mi trabajo, si no fue para reconocerlo, al punto de poner involuntariamente en evidencia a las editoras.
Podría, en este punto, narrar el exquisito episodio en que me contrataron y las condiciones en que recibí esas revistas, los magnánimos errores de ortografía (los menores respecto al resto de la publicación) que encontré no digamos en una página, sino en un solo encabezado. Pero no: mea culpa, en su debida proporción, y como reflejo de las nefastas actitudes que vi en reiteradas ocasiones, desde mi banca, por parte del resto del personal.

III.
– ¿Y cómo va lo de tu negocio?
– Pues seguimos trabajando en eso, pero estamos trabados con la página de internet. Se me hace que este fin de semana me aplasto con mi diseñadora y no salimos hasta que esté en línea.

IIIbis.
– ¿Entonces sí me echas la mano para organizar la información de mi página?
– Con mucho gusto. Si logré ordernar las ideas de tu maestro y aterrizar todo lo que le estaba revoloteando en la cabeza, contigo llevo un chorro de camino andado.
– Ah, pues nos ponemos de acuerdo y nos vemos un domingo para trabajarlo. Yo pago las caguamas.
– Me parece [me parece porque me representa un trabajo menos grave –no por el estipendio–, porque todo mi esfuerzo consistirá en traducir una nueva versión cuyo original no sufriría modificaciones profundas].
– Híjole, se me había olvidado: este fin de semana me voy a mi casa de Tlayacapan.
– Chin…
– ¿Y si vienes con nosotros y le chambeamos allá?
Dicho: este fin de semana no me aplasto con mi diseñadora. Las revistas en pausa, las empresas en pausa, los impuestos y trámites en pausa. El cuerpo me exige descanso desde hace tiempo, y las circunstancias disponen todo para hacerlo. Observa el signo de tus tiempos, obedece lo que te diga el cuerpo, renuncia de vez en cuando.

6 comentarios:

Alisma dijo...

Disfruta y descansa.

Saludos ;)

Julián Iriarte (bueno, ya: Oliver) dijo...

Que siempre no, se acaba de cancelar.

Alisma dijo...

Ups, creo que esta no fue una buena semana... Ya te tocaba ponerte a trabajar con la diseñadora.

Julián Iriarte (bueno, ya: Oliver) dijo...

De hecho, para como se acomodaron las cosas, ahora sí me voy a aplastar a trabajar con ella.

Adriana del Moral dijo...

Vete a dormir y sueña con el mar de Hawai'i, con un atardecer de nubes que se mueven rápido, con árboles tan altos que no alcances a ver dónde terminan.

(Te diría que te terminamos la página pero ahora cobramos. El domingo terminé de trabajar a las 9 y tuve una junta de cuatro horas. No recuerdo cuando sábado y domingo dejaron de ser fin de semana y se convirtieron en días de "pendientes").

Te había escrito un comentario que se borró (¿por qué Firefox me está fallando? Él no, no él). Creo que recordé casi todo.

Besos.

Julián Iriarte (bueno, ya: Oliver) dijo...

De hecho sí se envió, pero no tenía caso publicar los dos comentarios.
Justo ayer dormí inconstantemente: creo que la primera hora fue más duermevela que sueño. Y hoy desperté de humor algo amargo, probablemente por la falta de descanso. De la página no se preocupe, que este fin de semana –ahora sí– tengo promesa de ver la página en línea.