viernes, 12 de marzo de 2010

Al carajo

Para una semana que en cuestión de dos palabras mal dichas (y no por mí) se convirtió en un insulto, una manera prudente de cerrarla, o al menos ponerle el punto y empezar a cambiar la página, es ésta.
No es difícil encontrar alguna resonancia entre la poesía japonesa y el epigrama griego, aunque el último sea más lúdico e incisivo. Pero cabezas inquietas como Ikkyu rebasan los límites de su formato de escritura, del zeitgeist de su época. Otra vez, ¿qué sería de nosotros si tuviéramos límites?

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