lunes, 31 de diciembre de 2007

Estado de resultados

O "Mis metas del Milenio" o "Aftermath" o "Ragnarok sin cadáveres". En otro lugar espeté a inicios de este año mis propósitos; acá me obligo a comprobar si los cumplí.
1. No ver nada. Vi a medias.
2. No construir de vacíos. Cumplido, en su abrumadora mayoría.
3. Asesinar, fusil en mano, toda ilusión. Las propias y algunas ajenas.
Corolario (obvio) de 3. Atenerse y apegarse al hecho real y no a su reinvención o preinvención. Difícil tarea, pero se aprende a dominar.
Explicación (nota personal) de corolario de 3. Hacer a un lado la paranoia y la psicosis; dejar de imponer atributos. Redirigidas a algo que casi parece productivo: a la espera de resultados.
4. Comer como se supone que uno debe. Siendo franco, acreditación parcial.
5. Descansar según las leyes de la necesidad. En perfecto sentido contrario, se reinventaron las leyes entre trabajo y fiestas... Tache.
6. Bañar de vez en cuando a los gatos. Tache completo.
7. Llevar con más rigor las entradas del diario. Acreditación parcial: este blog dio un golpe de estado a ese diario.
8. Descubrir algo al menos una vez. Mis descubrimientos no llegarán a la Academia, pero me bastan. ¿Utilidad? De furia, eminentemente.
9. Números. Acreditación relativa.
10. Borrar las palabras que no quiero que se lean. Maldita sea, ni las he borrado y hasta parece que se borraron las que sí quiero que se lean.

miércoles, 26 de diciembre de 2007

Benditas vacaciones

Hace dos años que ofrezco mis servicios laborales de manera casi indiscriminada; cabe señalar que no he pasado un año entero en ninguno de dichos trabajos, así que me tocan "compensaciones" que hacen el trámite legal de un aguinaldo, pago de vacaciones (las cuales nunca disfruto pues no cuento con la antigüedad necesaria) y reparto de utilidades.
Sin embargo -muy sin embargo-, cuando uno ofrece sus servicios para una institución federal, las vacaciones son obligatorias, salvo las minucias que aparecen de los otros trabajos. Y tengo que admitir, casi con rencor, que detesto las vacaciones, y los domingos: mi cuerpo está acostumbrado a consecutivas noches de desvelo, brutales cargas de trabajo, fechas de entrega, pendientes, administración del tiempo para cubrir con ellos...
¿En qué se traduce esa costumbre? En que me duele la espalda, los hombros, las pezuñas (chiste local, que sólo cuento con la ayuda de mi gallarda embajadora ante el universo y zonas circunvecinas) debido a la absurda cantidad de tiempo que he pasado tirado en la cama, viendo la tele (cosa que no hago muy a menudo [por cierto, la programación de la televisión abierta en este país es infame en fechas decembrinas...]), rascando barrigas de gatos y durmiendo, al extremo de consumir tan poca energía que ni hambre me da, o al menos la suficiente para motivarme a dejar la cama y cocinar algo. Por lo demás, da hueva con la modorra que uno carga de tanto estar echado como res herida.
Si de algo sirve tantísimo tiempo libre es para pensar una sarta de estupideces que eventualmente pueden ser útiles; de instante nomás sirven para entretener la cabeza cuando el zapping por diez trepidantes canales no llega a buen puerto. Ahora bien, la pregunta es cuándo corchos va a ser útil ese mar de pensamientos absurdos que ni me distraen tanto como para apagar la tele.
Conclusión: me llamo Oliver y soy workaholic (o trabajólico, que hasta suena más rimbombante) y extraño mi oficina.

miércoles, 19 de diciembre de 2007

Orgullo

Ver mi nombre como autor de una obra es motivo de sumo orgullo, pero la grandeza literaria [sic] me es infinitamente menos relevante que el valor que tiene para mí una publicación en particular. El orgullo era de otro, y a él va, que para él fue escrito.
Me haría muy feliz encontrar un comentario suyo aquí: por favor, háganlo.

"Citando" a los grandes

En sus extraordinarios Fragmentos de un discurso amoroso, Roland Barthes, con su abrumadora lucidez, con su impresionante capacidad de análisis, con esa sorprendente forma de verter luz sobre lo que mira, con su modo tan sentido (pero jamás sensiblero) de decir las cosas, apunta algo que me parece extraordinario. Maldita sea si no puedo citarlo textualmente, pero lo leí unos años atrás en la biblioteca de la escuela y no me he dado la oportunidad de comprarlo: hace no sé cuánto decidí que era muy sano no entrar a una librería, por motivos económicos, pero también porque hay una biblioteca personal tapizada de pendientes.
Terminando con la digresión, el punto de la cita decía algo como: "El dolor de la ausencia no es la ausencia misma, sino la presencia constante. Te encuentro por asociación, todo me lleva a ti, estás en mi Todo, te encuentro por una proyección metonímica. No eres tú lo que recuerdo y me duele, sino lo que me recuerda a ti y veo en otros y no tengo".
Terminando ahora con la malísima paráfrasis y con la parte grave del asunto, más que dolor, un helado me provoca una sonrisa enorme y a alguien un gato (que antes le asqueaban) le hace recordarme con gusto.
Y bien podría decir quién evoca y por qué helado y no dulces de cajeta, pero tengo el impulso de guardarme mi comentario. Total: sabe que la quiero un chorro y no tengo por qué explicar todo lo que digo.

viernes, 14 de diciembre de 2007

Así me siento hoy

Hay días en que escucho una canción recurrentemente, o la canto (para mis adentros, pues no hay que cometer el crimen de compartir mi voz de gato golpeado con los transeúntes que caminan a mi lado), o sigo los acordes y los siento vibrar en la garganta y el pecho cuando no hay letra. Éste es uno de esos casos: hace ya cinco días que "Auto Rock" retumba, a todo lo que dan mis audífonos, todas las veces que la muevo en la lista.
Súbanle a todo: Mogwai y todo lo demás que parezca ruido se tiene que sentir, además de escuchar.

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martes, 11 de diciembre de 2007

Engaño

Hoy en la mañana me di cuenta que he vivido engañado y ni sé cuánto tiempo, precisamente porque el reloj de mi celular (que no tengo otro reloj, salvo el del microondas y ése lo programo con el del celular) está atrasado veinte minutos (sí, no le he cambiado la hora).
Me veo obligado a pedir una disculpa, pues es probable que haya yo dejado a alguien esperando veinte minutos y yo campantemente creía que estaba muy en tiempo. Eso incluye, como es evidente, mi trabajo de la mañana: y yo que pensaba que nomás estaba llegando diez minutos tarde...
Lo que me sorprende, en todo caso, es que no me hayan dejado los cuatro aviones que tomé en los últimos quince días. Dice el proverbio que hay un dios que provee, y me da gusto no ser Isaac.
Aquí es donde empieza la divagación: ya no me acuerdo quién era el férreo defensor de la frase "No hay casualidades, sino causalidades", aunque tampoco me importa. El asunto es que ayer intentaba explicarle a una amiga la aporía de San Agustín, tan bien como pude porque tengo que admitir que no la entiendo del todo (si la entendiera, ¿seguiría siendo una aporía?). Y hoy resulta que todo el tiempo que invertí en el intento y todo el tiempo que he invertido en no sé cuánto tiempo está movido veinte minutos; más todavía, hoy me robaron veinte minutos de mi día.
Si alguien puede explicarme cuál fue la utilidad de este post y qué hora es, segurito que lo agradecería.

viernes, 7 de diciembre de 2007

De algo sirve la publicidad

[En términos generales, soy renuente a la publicidad, salvo aquélla que me hace reír o está espléndidamente hecha. Pero por dos motivos he caído en la nueva exposición del Museo Soumaya, El Amor hasta la locura: el primero, tuve la mala fortuna de trabajar en la imprenta que hizo las laterales de casetas telefónicas en que se anuncia la exposición, y poco o nada me cuesta reconocer su trabajo; el segundo, San Juan de la Cruz. Sumaría un tercero, que es el momento, pero ya cuenta como necedad.]

CÁNTICO (frag.)
¿Por qué, pues has llagado
aqueste corazón, no le sanaste?
Y, pues me le has robado,
¿por qué así le dejaste,
y no tomas el robo que robaste?

-Juan de Yepes, San Juan de la Cruz

miércoles, 5 de diciembre de 2007

Al único hombre del mundo

[Después de él, el resto se deshace en hilachas.]

COPLAS A LA MUERTE DEL PADRE (frag.)
Y pues vos, claro varón,
tanta sangre derramasteis
de paganos,
esperad el galardón
que en este mundo ganasteis
por las manos;
y con esta confianza
y con la fe tan entera
que tenéis,
partid con buena esperanza,
que esta otra vida tercera
ganaréis.

-Jorge Manrique