jueves, 5 de junio de 2008

Un informe del que apenas formo parte

Estoy a nada de quejarme, pero no lo hago porque segurito Xotlatzin me regaña.
Y sin embargo lo voy a hacer (disculpe usted, caballero, pero el impulso de la costumbre es más poderoso que la contención): por motivos que resultaron muy cómodos para mi jefe, llevo dos días leyendo el Informe de Labores 2007 del Centro de Ciencias de la Atmósfera, donde orgullosamente laboran cinco (¿o seis? Tendría que revisar los cuadros que colgaron en el Muro del Orgullo [!!!]) miembros del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático, a quienes -como bien sabrán- galardonaron con el Premio Nobel de la Paz junto con Al Gore.
Lo que nos pareció ridículo a varios es que el Panel obtuviera un premio que ni de lejos le corresponde: ¿alguien ha visto mejores condiciones de vida después de iniciadas las labores del IPCC, en algún lugar? ¿No? Pero si es harto evidente que los estudios sobre los fenómenos de El Niño y La Niña redundan en un beneficio directo para la situación política y social de países como Congo o Ruanda o Irán o Tibet, tan en boga últimamente. Para no ir más lejos, el análisis de las partículas suspendidas menores a 10 micras sin lugar a dudas ha sido coadyuvante esencial para lograr acuerdos con los grupos armados del sureste mexicano.
En fin, que en el Informe se ufanan -con alguna justicia: la abrumadora mayoría no nos hemos ganado distinción tan importante, aún- que un número significativo de los investigadores mexicanos galardonados con el Nobel forman parte de la plantilla de este Centro.
Pero independientemente de mis quejas por la falta de sentido común (reitero y reiteraré hasta que tenga una lápida encima: el oxímoron que más me pesa [más que mi lápida]), hoy me quejo de las 117 páginas que tengo que corregir. Y puede que no estén terriblemente mal escritas, pero cuando uno pregunta "¿Y cuándo tengo que entregar esto?" y contestan "Para ayer", pues jodida la cosa.
Como corolario funesto, la Secretaria Académica acaba de detenerse en la puerta de mi oficina: "¿Cómo va el Informe?". En mi cabeza suena un grillo, y yo tengo que contestar que ahí va, ya pronto.
Si yo fuera parte de la escoria que conforma el H. Sindicato de Trabajadores de la UNAM (el consenso es que nada peor le puede suceder a la Universidad), me levantaría rabioso y echando espumarajos, gritando que no son mis funciones y amenazando con que les voy a cerrar la dependencia... Mala cosa tener constitución moral.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Sin comentarios.

Xotla.

Julián Iriarte (bueno, ya: Oliver) dijo...

Si ya sabía que me ibas a regañar... Disculpe usted, caballero: la necedad es poderosísima.

Anónimo dijo...

Disculpa que te lleguen tan directos mis comentarios Oliver. ¡Nunca encuentro a tu secretaria!

Xotla.

pd 1. Más poderoso que la necedad es el rencor.

pd 2. Si el STUNAM existe es sólo como protección ante los abusos de algunos gandayas que se hacen llamar “autoridades universitarias”; atropellos que te escandalizaría conocer. Reconozco que hay excesos de uno que otro trabajador, no del sindicato; pero hay toda una gama entre estos dos extremos. ¡Detesto las generalizaciones!

Julián Iriarte (bueno, ya: Oliver) dijo...

Creo que se tomó unas vacaciones indefinidas (bruja...).
Más que rencor, es "¿Cómo corchos pretendes que lea en una tarde 119 páginas? Dame cuatro días [que al final me los tomé] y segurito que termino". Sí, hago milagros muy recurrentemente, pero los límites son lógicos.
Y de lo otro, toda la razón: la generalización fue excesiva. Pero antes de que yo tomara esta plaza, el sindicato amenazó con cerrar el Centro porque una chica se sentó en el escritorio de una secretaria y creyeron que "estaba tomando un puesto que no le correspondía". Las autoridades universitarias podrán ser especiales, pero el sindicato defiende de manera muy atípica (por usar un eufemismo) los derechos de los trabajadores. Vamos, que no hay mucho para dónde hacerse...