martes, 3 de junio de 2008

Vacíos (rellenos) en la comunicación

Identificador de llamadas: Mugres. Desde diciembre no me hablas, bruja, y si yo no te hablo, ni de chiste llamas de menos para contar chistes (que al final es lo que más hacemos).
- ¿Bueno?
- ...
- ¿Bueno?
- ...
- ¿BUENO? Contesta, mugrosa.
- ...
- ... [???]
- Mami, te llegó un mensaje.
- ¿Ilán? Ilán, pásame a tu mamá.
- Mira mami.
- Niño, niño... Qué la chingá...
- ¿Quién me escribió?
- Mugres, Mugres. ¿Qué pasó?
- ¿Quihubo flaco? ¿Para qué me hablaste?
- Tú me hablaste. Aquí dice "Llamadas recibidas: Mugres".
- ¡Pinche chamaquito cabrón! ¡Tu sobrino [el de ocho meses] anda jugando con mi teléfono!
- !!! [atorado de risa] No mames, qué cagados son tus hijos...
- !!! [atorada de risa] Ya me voy, tengo que ver a [no sé quién].
- Ta bueno [atorado todavía de risa].
- Te quiero.
- Yo también, mugrosa. Besos a los niños.

En términos generales, y a pesar de que participo de ella en muchas formas, me choca la comunicación si no es de frente (demasiadas cosas que se pierden en lo escrito; otras tantas que se ganan, pero más las que se pierden [ah, le presté atención a una única clase de Lingüística III, y me fui a llevar la parte más necia de todas]). Pero cuando estas cosas ridículas pasan, uno tiene que levantarse y aplaudir y darle las gracias en lo más profundo de su corazón a Alexander Graham Bell por inventar el teléfono y al necio que después inventó el celular (hace ya 25 años de eso último).
Entre mis gatos y mis sobrinos, no sé con quién me río más.

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