jueves, 26 de junio de 2008

Resonancias

Ayer apunté que encuentro, toda proporción guardada, un chorro de resonancias entre mi experiencia y la de Nathaniel Hawthorne. "The Custom-House", texto autobiográfico introductorio para The Scarlet Letter, es el recuento de los años que el autor pasó en la Oficina de Aduanas de Boston, que -de manera tangencial- le dieron pie para la escritura del libro.
Pero no tengo necesidad de comentar más sobre el asunto: ahí tienen el Wikipedia y el Google y los libros de historia de la literatura norteamericana y los estudios sobre la obra de Hawthorne y "The Custome-House" para que se den una idea completa de qué corchos se trata el asunto. En atención a ello, y confiando irrestrictamente en los alcances y capacidad para la metichería de mis lectores, me limito a copiar (porque ese inglés, ya en desuso, merece ser leído varias y varias veces) y traducir (así los habré de querer) el fragmento con el que más estrechamente me relaciono.
It is a good lesson -though it may often be a hard one- for a man who has dreamed of literary fame, and of making for himself a rank among the world's dignataries by such means, to step aside out of the narrow circle in which his claims are recognised, and to find how utterly devoid of significance, beyond that circle, is all that he achieves, and all he aims at. I know not that I especially needed the lesson either in the way of warning or rebuke; but, at any rate, I learned it thoroughly; nor, it gives me pleasure to reflect, did the truth, as it came home to my perception, ever cost me a pang, or require to be thrown off in a sigh. In the way of literary talk, it is true, the Naval Officer -an excellent fellow, who came into office with me, and went out only a little later- would often engage me in a discussion about one or the other of his favourite topics, Napoleon or Shakespeare. The Collector's junior clerk, too -a young gentleman who, it was whispered, occasionally covered a sheet of Uncle Sam's letter-paper with what (at the distance of a few yards) looked very much like poetry- used now and then to speak to me of books, as matters with which I might possibly be conversant. This was my all of lettered intercourse; and it was quite sufficient for my necessities.

Es una buena lección -aunque puede ser dura- para un hombre que ha soñado con la fama literaria, y con hacerse de un rango entre los dignatarios del mundo por dichos medios, salirse del estrecho círculo en el que sus derechos son reconocidos, y notar cuán totalmente desprovisto de significado, fuera de ese círculo, es todo cuanto logra, y todo lo que se propone. No sé si yo no necesitaba especialmente la lección, ya fuera a modo de advertencia o reproche; pero, en todo caso, la aprendí perfectamente; tampoco, me complace reflexionar, la verdad, en tanto llegaba al hogar de mi percepción, me costó jamás un remordimiento, o requirió ser arrojada en un suspiro. Al modo de una conversación literaria, es cierto, el Oficial Naval -un excelente individuo, quien entró a la oficina conmigo, y se retiró sólo un poco después- regularmente me engancharía en una discusión sobre uno u otro de sus temas favoritos, Napoleón o Shakespeare. El asistente del Recaudador -un joven caballero quien, se murmuraba, ocasionalmente cubría una hoja para carta del Tío Sam con lo que (a la distancia de una cuantas yardas) en mucho parecía poesía- también acostumbraba de vez en cuando hablar conmigo de libros, como asuntos en los que yo pudiera ser versado. Éste era todo mi intercambio letrado; y era por demás suficiente para mis necesidades.

No hay comentarios.: