I.
On my way to an appointment with the one that helps me keep my mind clear, after some ten hours of ranting. Still growling, almost kicking people out of my way; in my worst mood. About two blocks after coming out of the subway, I find myself singing "With a little help from my friends"; anagnorisis: all what The Beatles are, is what I am not now. And that is a sad conclusion to come up with: Lord knows my love for their music.
II.
"En tu estado, la rabia que sientes, la ansiedad y el agobio desmesurado, hay dos opciones: hacer que funcionen y darles un uso para cambiar las cosas, o la parálisis, perder la esperanza dado el estado de las cosas, porque no hay ya solución. Y a ti en particular te es muy fácil encontrar el error y el peor lado de cuanto sucede. Estás cayendo en esa desesperanza, y es donde no quiero que estés."
No es algo que pueda modificar con sencillez: la manera más correcta de atajar el problema es haciendo cambios mayores. No es un análisis profundo el que hago, pero me basta para saber que es faena titánica y de largo aliento (a pesar de que no hay tiempo siquiera para un respiro): cambiar el sintagma es absolutamente inútil, no tiene uso repetir o reconstruir un discurso. La necesidad real es modificar el paradigma y DESDE AHÍ construir un sintagma (todas las veces que escuchen a algún "intelectual" hablando sobre la construcción de un nuevo discurso, seguramente se le ha olvidado que el paradigma es el que define qué sintagma, y en consecuencia qué discurso, puede suceder).
III.
Es deseable -e indispensable si se plantea en términos reales- que el movimiento de mis ideas sea centrífugo. Evidentemente tendría que modificar mis propios paradigmas, pero las epifanías son elusivas. Mi creatividad no se enfrenta a este tipo de conflictos, suele resolver situaciones en la misma medida en que llena espacios vacíos o desarticula un discurso: en literatura, al menos, los grandes han sido quienes abordaron el sintagma de otra manera, quienes optaron por otra combinatoria; sólo en la teoría se ha modificado el paradigma, y por lo general han sido movimientos oscuros y difíciles de aprehender (consecuencia natural de ese nuevo paradigma).
¿Cómo hacer esas modificaciones profundas? Habría que sacar valor antes que otra cosa, y acelerar la furia de las ideas.
Nuevamente en ese punto entre la desolación y la proactividad. Nuevamente me confirmo que entiendo el mundo mayoritariamente en términos literarios.
On my way to an appointment with the one that helps me keep my mind clear, after some ten hours of ranting. Still growling, almost kicking people out of my way; in my worst mood. About two blocks after coming out of the subway, I find myself singing "With a little help from my friends"; anagnorisis: all what The Beatles are, is what I am not now. And that is a sad conclusion to come up with: Lord knows my love for their music.
II.
"En tu estado, la rabia que sientes, la ansiedad y el agobio desmesurado, hay dos opciones: hacer que funcionen y darles un uso para cambiar las cosas, o la parálisis, perder la esperanza dado el estado de las cosas, porque no hay ya solución. Y a ti en particular te es muy fácil encontrar el error y el peor lado de cuanto sucede. Estás cayendo en esa desesperanza, y es donde no quiero que estés."
No es algo que pueda modificar con sencillez: la manera más correcta de atajar el problema es haciendo cambios mayores. No es un análisis profundo el que hago, pero me basta para saber que es faena titánica y de largo aliento (a pesar de que no hay tiempo siquiera para un respiro): cambiar el sintagma es absolutamente inútil, no tiene uso repetir o reconstruir un discurso. La necesidad real es modificar el paradigma y DESDE AHÍ construir un sintagma (todas las veces que escuchen a algún "intelectual" hablando sobre la construcción de un nuevo discurso, seguramente se le ha olvidado que el paradigma es el que define qué sintagma, y en consecuencia qué discurso, puede suceder).
III.
Es deseable -e indispensable si se plantea en términos reales- que el movimiento de mis ideas sea centrífugo. Evidentemente tendría que modificar mis propios paradigmas, pero las epifanías son elusivas. Mi creatividad no se enfrenta a este tipo de conflictos, suele resolver situaciones en la misma medida en que llena espacios vacíos o desarticula un discurso: en literatura, al menos, los grandes han sido quienes abordaron el sintagma de otra manera, quienes optaron por otra combinatoria; sólo en la teoría se ha modificado el paradigma, y por lo general han sido movimientos oscuros y difíciles de aprehender (consecuencia natural de ese nuevo paradigma).
¿Cómo hacer esas modificaciones profundas? Habría que sacar valor antes que otra cosa, y acelerar la furia de las ideas.
Nuevamente en ese punto entre la desolación y la proactividad. Nuevamente me confirmo que entiendo el mundo mayoritariamente en términos literarios.
2 comentarios:
Primero: deberías ayudarme (reemplazarme) en mis clases de lingüística ahora que vamos a entrar en esas honduras del signo lingüístico que yo, viéndolo como filósofa, no entiendo, y siendo periodista pues menos.
Segundo: el cambio de paradigma es doloroso, pero a veces inevitable. Supongo que no todos tenemos la oportunidad de crecer realmente, de ser adultos, de madurar (que son cosas que no llegan por acumulación de años, sino de trancazos). Los que sí la tenemos a veces nos sentimos así...
Un abrazo.
PD Te dejo dos de los secretos:
http://extranjeraenmicuerpo.blogspot.com/2009/08/los-limites-que-nos-encierran-y-la.html
El otro, creo que, en su especificidad, aplica también a otras cosas... ya tú sabes.
http://extranjeraenmicuerpo.blogspot.com/2009/07/ser-anorexica-o-tener-anorexia.html
Beso.
La lingüística, como la conocemos hoy día, no ha cambiado en cien años en su estructura profunda. Y si hiciéramos caso a las aplicaciones que vinieron después (Jung), somos signos que encierran significados múltiples, las más de las veces contradictorios. Creo que en eso se basa la idea de construir una identidad; modificar esos significados o abrirlos para exponerlos a otras necesidades de la realidad es desplazar el paradigma.
Y ah, qué terrible es no tener la oportunidad de crecer al ritmo natural.
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