miércoles, 30 de junio de 2010

Un susurro

There was always a prophetic instinct, a low whisper in my ear, that within no long period, and whenever a new change of custom should be essential to my good, change would come.
–Nathaniel Hawthorne, "The Custom-House"
Hoy termina un cambio. Hoy comienza un cambio. Siempre ha sido así, siempre a mejor, siempre sucedáneo y sin pausa, y sin que sea evidente en modo alguno, siempre mirando hacia donde debo estar y no donde he caído.
Haciendo eco de la historia, Nathaniel Hawthorne pasó tres años en una oficina de gobierno, donde comenzó a gestarse lo que eventualmente sería The Scarlet Letter; consideró renunciar en varias ocasiones, consciente de que la oficina mermaba cualquier capacidad creativa suya, pero un cambio de gobierno le ahorró la molestia. Después todo se volvería ceniza, todo se desvaneció –en el curso de seis meses– en la bruma de la memoria.
Conmigo se va lo que aprendí, las iluminaciones de todos los espacios vacíos que nadie parece tener en consideración, los proyectos que les arrebato a los parsimoniosos que no se ven la nariz, el currículo crecido. ¿Y quién puede hincarme en juicio?
Providence had meditated better things for me than I could possibly imagine for myself.

viernes, 18 de junio de 2010

Nuevas sexualidades

Mi alumno arquitecto desarrolló un proyecto sobre arte y violencia sexual entre 2007 y 2009. La última parte del proyecto contempla la publicación de una revisión crítica hecha por curadores y catedráticos de distintas disciplinas, así como el archivo fotográfico, anécdotas, trozos de la cobertura de prensa y sabrán los dioses qué más vamos a incluir: por supuesto, me postulé y me recluté a mí mismo como editor y corrector. Salomónica decisión, un editor mucho más experimentado que yo dirige.
En tanto algunos textos cojean (y feo), el editor en jefe propuso que asistiéramos ayer a una conferencia en el Claustro de Sor Juana: Beatriz Preciado comentaba sus ideas en torno a feminismo, géneros como ficción política, un futuro posible para la teoría crítica y la filosofía del cuerpo, genealogía de las hormonas, todo desde la teoría queer.
Llegué tarde (todavía, aunque pocos, hay compromisos en esta oficina), así que no entendí muy bien por qué hablaba –cuando llegué– sobre el consumo de testosterona y progesterona, protocolos burocráticos para que una persona pueda someterse a un proceso de reasignación sexual en España, la patologización de las preferencias sexuales, los sistemas de poder… A la luz de sus explicaciones entendí que su gran meta, como teórica y con miras a un proyecto filosófico harto complejo, es dinamitar las distinciones de género que se asignan a los individuos desde el nacimiento.
Después de un breve y aterrador repaso de la historia de la píldora anticonceptiva, sus fines iniciales, su uso como parte de un programa gubernamental y las ideas que lo sustentaban, el pensamiento de Beatriz se puede resumir –muy parcamente, casi criminalmente– en que la distinción binaria hombre/mujer es no sólo reduccionista, sino ficticia, impositiva, controladora, ciega ante realidades múltiples y simultáneas. Y a pesar de que nunca he sido afecto a la deconstrucción, la lucidez de las ideas –permeadas por el pensamiento de Derrida, Foucault o Deleuze o no– es atronadora.
Con toda honestidad, no puedo profundizar en el comentario de las ideas de Beatriz: tendría que leerla con harto cuidado y asimilar sus postulados (sigo sin entender a qué se refería con 'farmacopornográfico'). Apalabramos que escribiera un texto para el libro, pero al menos yo no sé a ciencia cierta cómo empatan en lo profundo sus ideas y un proyecto artístico-etnográfico, si no es por una ficción política (que ya sé que, en mi empecinamiento, voy a encontrar el resquicio correcto).
Lo único que saco en claro de la charla de ayer (amena, lúcida, de lenguaje sencillo a pesar de la complejidad del concepto) es que la exploración de la sexualidad más disciplinada implica casi por definición un desasosiego y un choque descomunal.
El día en que las distinciones de género desaparezcan y no haya más un orden binario hombre/mujer, el feminismo habrá cumplido su cometido y dejará de existir.
Un comentario hecho desde Brasil, vía el chat que sostenía la videoconferencia.

jueves, 17 de junio de 2010

Bosón de Higgs

Hay días de ansiedad en que no se sabe siquiera dónde poner los dedos y todo alrededor es un estremecimiento. Leer, dicho sea de paso, no ayuda. El trabajo, evidentemente –y desde hace meses–, importa un carajo. Hasta el hambre se olvida, increíble para alguien que consume cantidades onerosas de comida; o más apropiadamente, se traslada a un resquicio que guarda su espacio en el tiempo.
Mientras tanto, Indio tiene un momento de iluminación (varias veces he tenido la intención de pasarlos por la furia perpetua, pero conviene más otra aproximación) y regala una gloria: de alguna manera me acordé de Jared Tarbell y sus bellísimas imágenes aleatorias. En el fondo la diferencia no es grandísima.
De veritas, descarguen Iographica y luego olvídenla.


martes, 15 de junio de 2010

El corazón de la selva

Un músico esencialmente ha vaciado su vida: figura prometedora de la musicología, su última composición –si bien soberbia a decir de los amigos, grandilocuentes aduladores– ha servido para musicalizar un comercial. Su esposa ahora le es desconocida, pues su carrera como actriz, representando el mismo papel noche tras noche, hace imposible que tengan una vida juntos. Su amante es veleidosa, superficial, inestable: la vida que la circunda –y por extensión a él– es aterradoramente obtusa, acrítica, autoindulgente, incapaz de construir un discurso propio, repitiendo sordamente uno harto gastado.
Dado una oportunidad para recuperar algo de lo que le fuera valioso en otro tiempo, acepta por inercia la encomienda de adentrarse en la selva amazónica para localizar un conjunto de instrumentos musicales que podrían redefinir las nociones aceptadas en la academia musical. Pero a cuestas lleva el fardo de esa amante suya, con su humor demasiado parisino, sus costumbres muy civilizadas, su gusto en exceso refinado para un entorno agreste como las convulsas ciudades sudamericanas y los lindes de la selva. Es peso muerto que no permite conocer debidamente el mundo que se le presenta. Y a cuestas debe ir hasta que termine.
Sin embargo, sólo Fortuna conoce el punto alto y el punto bajo de la rueda: en una cima andina, una mujer aparece envuelta apenas por un poncho, mirando al vacío, absorta, en un letargo que no le permite responder al entorno. Rescatada, Rosario se acerca al músico: evocación de un pasado tan lejano que el idioma y los aromas le son nuevos, ella es la vuelta al origen que no creyó encontrar de nuevo. Y el fardo a su lado lo restringe.
El fardo será desechado, la vida tendrá que encontrar su camino, eso que es lo más cercano al amor buscará su modo de ser. Rosario olvidará deliberadamente su nombre y se convertirá en Tu mujer: "Me rodea de cuidados, trayéndome de comer, ordeñando las cabras para mí, secándome el sudor con paños frescos, atenta a mi palabra, mi sed, mi silencio o mi reposo, con una solicitud que me hace enorgullecerme de mi condición de hombre: aquí, pues, la hembra 'sirve' al varón en el más noble sentido del término, creando la casa con cada gesto. Porque, aunque Rosario y yo no tengamos un techo propio, sus manos son ya mi mesa y la jícara de agua que acerca a mi boca, luego de limpiarla de una hoja caída en ella, es vajilla marcada con mis iniciales de amo".
Es de dudar que en la relación entre un hombre y una mujer haya una frase con implicaciones tan graves como ésa: 'tu mujer' no es sólo el sentido de posesión sobre un objeto, sino la corresponsabilidad de ambos; él, en el preciso instante en que Rosario se vuelve 'tu mujer', se convierte en 'tu hombre'. La ansiedad que siga será, eminentemente, por la incapacidad de ese hombre para entrar sin cortapisas al mundo de esa mujer.
Los pasos perdidos, novela mística, de crecimiento, existencialista a su modo, reacia a formar parte de alguna vanguardia, es uno de los textos más exigentes que recuerdo, por las complejas estructuras lingüísticas de Carpentier, su vastísimo vocabulario, la prolijidad casi obstinada de sus descripciones, sus personajes que hastían por su idiotez. Hoy que estoy por terminar el mamotreto de 800 páginas, las tres novelas que lo conforman, siento una particular relación no con las históricas (El reino de este mundo y El siglo de las luces), sino con la anecdótica: "En cuanto a Yannes, el minero griego que viajaba con el tomo de La Odisea por todo haber, baste decir que el autor no ha modificado su nombre, siquiera. Le faltó apuntar, solamente, que junto a La Odisea, admiraba sobre todas las cosas La Anábasis de Jenofonte."

jueves, 10 de junio de 2010

Deism

Nature is what we know. We do not know the gods of religions. And nature is not kind, or merciful, or loving. If God made me —the fabled God of the three qualities of which I spoke: mercy, kindness, love—, He also made the fish I catch and eat. And where do His mercy, kindness, and love for that fish come in? No: nature made us —nature did it all—, not the gods of the religions.
—Thomas Alva Edison
New York Times Magazine
Octubre 2, 1910
O dicho de otro modo:

martes, 8 de junio de 2010

viernes, 4 de junio de 2010

Un segundo

La felicidad es tan opuesta a la vida que, estando en ella, uno olvida que vive. Después, cuando termina, dure poco, dure mucho, queda apenas aquella impresión de un segundo.
–Mario de Andrade

Y rarísima la ocasión en que se percibe que ha durado más.
En este momento, la definición de felicidad se encierra en unos tacos de canasta (tres de chicharrón y dos de papa), o un filete término medio, o la receta de cochinita pibil o chiles en nogada de mi madre. Extraño la cocina de mi madre con serio dolor.
Si puedo recordar ese segundo, lo preciso es admitir que duró tres años, con los correspondientes altibajos que me desplomaron en su momento. En adelante, no puedo decir lo mismo. Si mucho, que cualquier forma de felicidad duradera es trabajo acumulativo, esfuerzo continuado, disciplina, paciencia.
Y sobre todo paciencia. Hoy, además de los chiles en nogada, daría mi imperio con tal de que aquéllos con quienes debo compartir las responsabilidades valoraran el tiempo que va de por medio y ajustaran sus calendarios. Entonces el trabajo de hoy será felicidad en un futuro más cercano.