Medianamente imperativo que, una vez que abra la pantalla de Adobe, seleccionen la opción que ajusta la página a la altura de la misma. Pasen la página lentamente, no llevan prisa. Créanme, si no hacen así, ni caso tiene que lo abran.
Siendo chocantemente sincero, la semana pasada estuvo llena de días "aciagos", demasiadas cosas como para estar de buen humor y tener linda cara (que de por sí no la tengo). Y entonces, casi al final de la semana, uno recupera un correo que llegó el lunes (gracias reina, gracias, gracias, gracias): "Me sobran tres boletos para el concierto del domingo de The Cure". No parecía, pero de verdad que estaba flotando desde tres horas antes. Y me fui a dar cuenta sólo cuando tomé mi asiento, que me habían prometido muy bueno y resultó casi escondido tras una bocina; pero siempre hay pasillos que den albergue a quien sepa tomarlos. Abriendo con "Plainsong" -chispitas de luz en cada rola del Disintegration-, el Palacio se fue desmoronando con las 43 que tocaron Robert James Smith, Porl Thompson, Simon Gallup y Jason Cooper; raro verlos en formato de cuarteto, sin teclados. Para el último encore, cuando Robert Smith daba las últimas gracias ("We are already out of time, but here we go"), justo cuando iba a ladrar porque otra vez me quedaban a deber "Boys don't cry", se revuelven en el escenario, indecisos, toman otra vez los instrumentos, "OK, this IS our last song". Hoy puedo morir contento. Tres horas que al menos a mí me fueron brutales y que hoy casi me prohiben levantarme de la cama; tres horas en que medianamente se me olvidó todo lo que tenía pendiente, esas cosas aciagas de la semana, la necia tristeza que tengo más pegada que el pelo de los gatos. Y bailé y brinqué y canté hasta que me raspó la garganta y grité y lloré como adolescente y disfruté y disfruté y disfruté. Invito a los seis lectores de este blog a que compartan el momento favorito del(los) concierto(s) al(los) que hayan asistido; y si no tuvieron chance, bien pueden decir nomás la rola favorita. Playlist con algunos momentos del concierto. Video, adivinen con cuál empecé a llorar. Addendum: abrazos y saludos para el Charlo, que el sábado fue su cumpleaños y ni cómo decirle felicidades.
¡Qué cosa! Si tuviera yo una subvención gubernamental para dedicarle mis horas a la escritura, segurito que me pasaría el día llenando hojas virtuales; pero como no la tengo, hay que escoger y levantar con pincitas lo que se escribe y se publica.
Por ejemplo, podría escribir sobre la bonita intervención que tuve el domingo pasado en una mesa de la Feria del Libro del Zócalo, a la que llegué originalmente en calidad de porrista (besos a la Fer) y terminé como gallardo conferencista diciendo poco o nada sobre mi experiencia como participante de Caza y la escritura de este blog. En fin, reconocimiento para mi currículo. También podría postear las fotos que nos tomaron ese día (gracias a Mayra, hartas gracias), pero creo que no tengo tiempo.O podría referir el estridente episodio de la doña que consideró que los escritores usamos palabras cada vez más complicadas [sic] y que los periódicos sólo entorpecen el tráfico de información porque la gente (asumo que la estúpida) no entiende lo que está ahí escrito y esas palabras son del demonio [sic]. Pero ya de eso se encargó Alberto. También podría contar que el jueves pasado casi me atropellan (otra vez), y que en lugar de pasarme el día rabiando la estupidez ajena, a los cinco minutos me estaba riendo: "¿Qué crees? Casi me atropellan". ¿A poco no suena regracioso? Y podría sumar a la lista que me duelen gravemente los dedos, la espalda y la muñeca izquierda por la obscena cantidad de horas que he pasado en la mesa, estilógrafos 0.1 y 0.4 en mano, dibujando el que quizá sea el último decorado que haga; horas, por cierto, que le debieran corresponder al sueño. Pero no: si no lo hice en su momento, ¿ya para qué corchos lo hago ahora? Mejor le dedico los siguiente minutos a redondear la idea de un post que me va a ser bien especial.
1 De tan poco que pesas mi suelo se construye Aun estando tú lejos el amor me rodea Aunque duerma sin ti duermo en tu lecho No tengo yo tu amor por él avanzo En él se pone triste la tristeza De tan poco que pesas es tuyo todo el suelo Tu amor tan fácil de llevar me empuja Tus delicados labios gobiernan hondas zonas De quién somos si tú te llamas mía Fue hecho para ti este ser que tus manos tan seguras de que tocaban han tocado.
Cuando estaba en la prepa, tenía yo una cuenta de correo para mandar mails jodetas y molestar gente; en ese entonces, a mis diecisiete años, se me perdonaba la estupidez: adolescente jodetas, después de todo. Ahora que lo pienso, por esas fechas empezó el gusto por el terrorismo. Hoy, la Canija pide la amable colaboración de mis seis lectores (aunque sean pocos, bien vale la pena que se sumen) a cometer un acto de contra-terrorismo: resulta que otro jodetas -cuya identidad desconocemos- lleva algún tiempo enviando mensajitos al celular de la susodicha, por demás molestos, y ya nos cayó remal el tío. En tanto no es el primer stalker en la nómina de la susodicha, abrimos la invitación a todo aquél que esté dispuesto a gastarse un mensajito de celular y nos ayude así a enseñarle al jodetas qué se siente el acoso de recibir mensajitos molestos a las ¿tres, cuatro de la madrugada? Sabemos que la telefonía celular cuesta, motivo por el cual la Canija -mujer de palabra y palabrota- se compromete a compensar con regalitos personalizados a quien se sume a la causa. Para mayores informes sobre los medios para redimir su acto de cooperación, consulten el blog de la susodicha. Qué bonito es el deporte.
Ah, es una historia necia de contar, pero me gusta contar historias: Hoy en la mañana, antes de venir a mi oficina (y sigo aquí, evidentemente), escuché pedacitos del disco nuevo de Radiohead, In Rainbows. Está BIEN rifado: cuando Thom Yorke hace música en vez de experimentar, hace glorias. El caso es que, en tanto el álbum está disponible para su descarga, me puse a investigar de qué corchos trataba el asunto. Y entre las chunches que encontré, apareció ésta: cuenta Yorke, en el blog de la banda, que se lo topó cuando buscaba un drum machine. Ya, no importa la historia: http://www.albinoblacksheep.com/flash/drum
PD Qué lindo presumir: 2,200 g., 56 cm., niño, Derian. El quinto de la nómina.
Para estas horas debo ser tío de nuevo: la quinta vez. Con todas mis tripas, con lo que tengo de buena persona, con mis capacidades menores para la empatía y el cariño, con fe espero ser tío otra vez en este momento.
Addendum: seré tío (por quinta vez) después de las ocho de la noche.
Caminando hacia Metro Chapultepec, un lunes a las ocho de la noche (podría ser peor que un domingo a mediodía, pero por suerte no [vid infra, benditos los dioses]); mi jefe, uno de los varios: - ¿Y cómo te va en tu otro trabajo? - ¿Cuál de todos? Risitas. Que no es para menos: alguien me preguntó hace unos días en qué trabajaba; risa sardónica, como la de Pulgoso. - Pues mira: en la mañana tengo un medio tiempo en una revista académica en la UNAM, en las tardes tengo un cuarto de tiempo en un periódico cultural de arte contemporáneo y una revista de gráfica contemporánea, además de otro cuarto de tiempo en que corrijo una revista de spa, una de gourmet y otra de cómo organizar una boda; después de eso sigue un octavo de tiempo corrigiendo tesis y libros y haciendo dictamen. Y ahora me voy a sumar otro octavo de tiempo: la Caza reabre sus puertas y voy a estar allá haciendo de alfarero. Si están de humor para metichear y les quedan algunos minutos de ocio después de sus medios y cuartos y octavos de tiempo, pues allá habrá algo en qué quemarse los sobrantes. ¿Alguien me regala otra cafetera?