viernes, 8 de agosto de 2008

Cinisia

En efecto, el odio es un licor precioso, un veneno más caro que el de los Borgia, pues está hecho con nuestra sangre, nuestra salud, nuestro sueño, y los dos tercios de nuestro amor. ¡Hay que guardarlo avaramente!
-Charles Baudelaire

Por fin haré algo que debí hacer hace mucho tiempo; quieras participar o no, no tiene importancia, pues no tienes parte.
Te desterré con la férrea convicción de que quizá tendrías alguna dignidad; y sin embargo vuelves a tierra donde no se te recibe, creyendo que podrías tomar cuanto no te pertenece, luciendo toga imperial para cubrir una piel parricida (todos lo saben; él también). Es claro que no fue suficiente, que el destierro no basta y que se requieren otras formas: éste es otro imperio.
Incinero hasta las cenizas, en el acto que más voluntad y determinación me exige, tu memoria entera. Me dicen que antes debiera perdonarte y me exhortan a hacerlo, pero no es necesario: no se requiere perdonar algo que no existe, que nunca ha existido. Si mucho, habrás sido un ínfimo sueño mío.
Ante la ausencia que eres, tu inexistente materia, sé que jamás has estado en mi vida, y por ende no habrás de venir de nuevo.
No me mereces ni el desprecio.