miércoles, 27 de agosto de 2008

Compromisos que más valiera no adquirir

Me he quejado y quejado y quejado y quejado, quejiche como soy, de los artistoides que han de aparecer en mi revistita de arte. "¿Que no se supone que tenías autoridad en tu revista?" Oh, sí: un chorro; de hecho, en el último informe que se entregó me tachaban de subdirector [sic] de la publicación. "Entonces deja de quejarte y mándalos a la mierda." Oh, mierda: no puedo.
Para mi buena (cuando es una persona decente y respetable)/mala (cuando es uno de tantos mequetrefes que se nos cruzan en el camino) fortuna, mi revista se atiene en cada número a los proyectos locos que escoja un editor invitado. Somos mañosos, y no podemos negarlo: de un lado, los editores que invitamos tienen un montón de contactos y conocidos (de beso en el cachete y todo) que nosotros no tenemos y en consecuencia la revista acepta propuestas de más amplio espectro [sic] y agarra más color; del otro, nos ahorran un chorro de chamba.
A querer o no, el hecho de que alguien se haya tomado la molestia de hacer una selección, justificarla, ordenarla y presentarla según los dictatoriales lineamientos que exijo, implica un compromiso al cual nos hemos de atener, por esencial respeto. Lo ridículo aquí es que las Direcciones General [sic], de Arte y Diseño [sic] y Editorial [sic] (o sea nosotros tres) estamos de acuerdo en que los proyectos que nos presentaron no son simplemente feos, sino que son pinches como pinches pueden ser pocas cosas: desde lo ridículo e injustificable (aunque los artistos se esmeran en hacerlo) hasta lo grotesco (y los dioses saben que no exagero), no hay mucho que recuperar.
Quería subir tres de esas rolotas que me ponen de buenas, pero la chunche electrónica no me dejó, así que tendré que regodearme con el playlist de esta computadora y mi repulsión/susto ante estas cosas (yuk...). Sin embargo (y grande es el Banksy):

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