Una obsesión sin fin es inútil.
Una obsesión que no conoce límite, que no termina, que no reconoce un uso ulterior, es inútil.
Si le creyera a Alberto Ruy Sánchez y dios es geométrico, busco una epifanía.
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5 comentarios:
En estas fotos tu hijo(a) -es que no lo sé bien-, se ve precioso(a).
Cuando era niña tenía un siamés que me encantaba -a mi mamá no tanto porque tenía la tendencia a afilarse las uñas en uno de sus sillones-. Estas fotos me lo recordaron ("Side" -sí, así se llamaba, no sé en qué estaba pensando cuando le puse el nombre-, q.e.p.d.).
Saludos.
Hija (dato curioso: sólo las gatas pueden tener manchas o más de dos colores; cosa de genética), de nombre Fuchi. Guapísima la malvada.
Mi madre nunca me dejó tener gatos: era alérgica. Tampoco les tomó mucho cariño a sus nietos (estos dos, pues).
Ah, vaya... gracias por la información, de ahora en adelante seré capaz de distinguir perfectamente entre un macho y una hembra; nunca es tarde.
Vaya que trabajo tan minucioso, ¿de qué son esas plantillas? ¿Acaso estan delineadas sobre una placa delgada de madera de balsa?
¿Usas "prismacolor" (yo los usaba mucho) para llenar de color los trazos?
Muchas incógnitas, y además la Gata...y el exacto, compás y rapidógrafo.
Uh son demasiadas incógnitas en un solo bloque.
Perfección matemática, fibonacci, punto áureo, secuenciación... cosas que quedaron atrás.
A veces, cuando no hay manchas, no se distingue tan fácil al caballero de la dama...
Además de obsesivo, también resulta que soy bastante imprudente: es papel kraft, harto difícil de trabajar por la porosidad. Fue un regalo que debía desde hacía más de un año, así que hube de compensar. La Fu tiene la muy mala costumbre de echarse justo donde estoy trabajando, sea lo que sea.
Todas ésas son materia de mi obsesión. Y ni cómo ponerlas quietas.
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