martes, 24 de noviembre de 2009

Llamado a domicilio

Quién le vendió mi dirección a una emisora de correo masivo es duda que nubla mi calma: lo mismo recibo pornografía e invitaciones para citas a ciegas con rusas que escriben en un inglés escabroso, que recordatorios para tomar talleres de espiritualidad o de balance general contable y capacitación del personal de compras.
Hay que admitir que no es un alud que aplasta mi buzón, pero no deja de ser una incómoda pérdida de tiempo. Sin embargo, me sorprendió recibir ofertas laborales; ¿soy sólo yo o en verdad hay un discurso increíblemente sórdido en la descripción del puesto?

4 comentarios:

Kenneth Moreno May dijo...

ja ja ja ja.... "reclutamiento".

Vamos Oliver que no suena tan mal.

Julián Iriarte (bueno, ya: Oliver) dijo...

Alguna vez vendí publicidad para una revista, pero en tanto no tengo don de gentes, mis ventas eran paupérrimas. ¿Será más fácil venderle a un muerto? ¿De verdad la muerte es un nuevo mercado?

Diana Gutiérrez dijo...

Pues quién sabe si sea un nuevo mercado, pero sí que es un mercado permanente, nunca estarás desempleado con chambas así.

Beso

Julián Iriarte (bueno, ya: Oliver) dijo...

Un mercado ad infinitum. Pero quién sabe si en verdad es estable: si el cliente ya está frío como paleta, ¿quién me firma el contrato?