Hoy es uno de esos días en que todo tomó un curso espectacularmente distinto del que esperaba. Más todavía: ni siquiera sabía qué corchos esperar (no hay nada más peligroso que una cabeza cansada).
Y la cosa resultó para bien, y me tiene más tranquilo, y más contento, y al menos puedo trabajar sin que una idea loca revolotee en mi cabeza. En suma: todo va para mejor.
Sin embargo, entre tazas de café y la excitación de una conversación acalorada, uno requiere un estatequieto: qué difícil temblar tanto. Algunos gloriosos ejercicios de piano, que producen algo entre dos márgenes que no sé describir.
Y la cosa resultó para bien, y me tiene más tranquilo, y más contento, y al menos puedo trabajar sin que una idea loca revolotee en mi cabeza. En suma: todo va para mejor.
Sin embargo, entre tazas de café y la excitación de una conversación acalorada, uno requiere un estatequieto: qué difícil temblar tanto. Algunos gloriosos ejercicios de piano, que producen algo entre dos márgenes que no sé describir.
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