miércoles, 29 de octubre de 2008

Un ejercicio de intuición

I.
El lunes de la semana pasada recibí un correo: "Spirituality means dealing with intuition [La espiritualidad significa tratar con la intuición] NO SE PIERDAN ESTA [sic]". Es alguien que no me escribe con frecuencia, es alguien quien no creería que me mandaría un correo con una cabecera que hablara de espiritualidad, es alguien a quien nunca he escuchado tocar -ni de lejitos- el tema, a pesar de que trabaja en una revista que sí lo toca, aunque de lejitos.
Dicho en poquísimas palabras, había dos ligas para ver un documental vía internet.
Y no fue reticencia, ni la inconstante negación que hago de ese periodo new-age de mi vida (con olor a incienso y terminajos y cantos hindúes), sino que la advertencia me bastó: "es largo, pero no lo dejen de ver"; en consecuencia, sólo hasta ayer me di el tiempo, aunque más correcto fuera decir le robé el tiempo a todos mis pendientes, que ya pronto habrán de cobrármelo.
Y qué cosa...

II.
Zeitgeist


Yo lo vi en inglés, así que no puedo decir con seguridad, pero en algún lugar leí que el subtitulado en español es infame. Por si lo prefieren, aquí en lengua original.

III.
Me parece indispensable rescatar dos cosas de esto: por una parte, la importancia de los fenómenos de la naturaleza y su preponderancia en y para la vida (dah... una enorme perogrullada); por otra, la necesidad del pensamiento crítico y la metichería.

IIIa.
Con respecto a lo primero, la Tabla Esmeralda lo resume en el segundo punto: "Quod est inferius est sicut quod est superius, et quod est superius est sicut quod est inferius, ad perpetranda miracula rei unius" (¿nos hemos dado cuenta de lo mucho que me gusta el latín?); que en castellano es "Lo que está debajo es igual a lo que está arriba, y lo que es arriba es igual a lo que está abajo, para cumplir los milagros del Uno". Micro y macrocosmos, las relaciones de las cosas que componen el universo, el valor de cada sujeto y cada objeto determinado por sí mismo y por otros sujetos y objetos; pero también un lugar en ese universo.
En la actualidad, nuestra relación con las cosas sencillas, las que sí son importantes, se ve lamentablemente diluida -si no es que minada- por intereses cultural e históricamente sembrados en nuestra configuración personal: las chunches tecnológicas, el dinero, la posesión de lo más grande, lo más novedoso, lo más _________, de la mayor cantidad, el sueño americano dicho en pocas palabras, son en general una manera (torpe y ostentosa) de subsanar una capacidad perdida para sorprendernos o reconocer el valor de las cosas y los sucesos y aproximarnos a eso para procurar una experiencia propia. La campaña de MasterCard hace como que entiende ese principio y lo mercantiliza, lo hace un fin secundario para su fin primario: "compra mucho, recurre a nuestros servicios y préstamos, entréganos tu dinero; después de eso, trata de disfrutar de las cosas que no tienen precio, si has comprado los medios para acceder a ellas o si puedes comprarlas (porque al final habremos de ponerles un precio)".
Supongo que eso, entre muchísimas otras cosas, es lo que más extraño de mi padre: en un cajón tengo más de seiscientas fotografías de un viaje que hicimos juntos; casi la mitad son amaneceres o atardeceres, además de arcos iris, flores, árboles y niños. Cada cosa podía ser sorprendente, todo podía ser una experiencia nueva, a pesar de haber sido vivida una infinidad de veces; y yo no puedo hacer eso con esa naturalidad.

IIIb.
No sé (sólo recuerdo una clase de Teoría Literaria y a la Dra. Gloria Prado citarlo) quién etiquetó a Marx, Nietzsche y Freud como los Maestros de la Duda: gente que se metió con principios basales de la configuración del ser humano, los cuestionó, los retorció y llegó a conclusiones radicalmente distintas de las que por siglos nos habían dado una "identidad" como especie. Quizá habría que hacerle justicia a Einstein, que no es poca cosa poner de cabeza toda pretensión de conclusiones absolutas y encima decir que la aporía de Agustín es bastante más fácil de lo que creíamos y encima de eso decir que le sorprendía que nadie lo hubiera dicho antes; y a Galileo, que no dejó de echar preguntas y comentarios incómodos.
La curiosidad natural, y por extensión la duda, nos empuja a conocer y re-conocer los objetos. El conocimiento es, en términos simples, la relación entre un sujeto y un objeto; toda aproximación a cualquier materia es una forma de conocimiento, probablemente el más significativo, pues está basado en la experiencia directa, sin intermediarios. Esa curiosidad que hace que un niño se meta de cabeza en el bote de basura o se coma un bicho o se asome a un pozo y se caiga o compare su cuerpo con el de otro niño u otra niña es indispensable para la capacidad de sorpresa ante las cosas. Si esa curiosidad se pierde, se olvida, se entierra bajo el sano y estático entretenimiento de la televisión (de niño yo no me despegaba de la tele) que tan quietecitos deja a los mocosos, se subestima o simplemente se ignora, es casi definitivo que el mundo se les va a pasar de noche, sin que experimenten nada relevante, aunque obtengan un título con letrotas doradas que los certifique como especialistas en quién sabe qué corchos.
Una respetadísima doctora en biología de este centro de investigación me preguntó un día por qué había estudiado literatura, si para eso me podía quedar en mi casa y asunto arreglado. Me costó guardar la compostura y ser un perfecto caballero, pero pude responderle sin alzar la voz que el asunto, evidentemente, no es así de fácil, y que hay más cosas que merecen atención que el contenido de una caja de petri. Investigadores publicados en revistas internacionales, con proyectos respaldados por Conacyt y presupuestos exorbitantes, pero cuyo criterio está reducido a una materia de trabajo ultraespecializada, incapaces de mirar hacia otro lado, cuestionar su propia realidad y otras ajenas. La horrible paradoja es que su trabajo supone una curiosidad ilimitada y constante, y sin embargo la restringen a algo que sólo unos pocos comparten -por no decir que entienden-.
La capacidad crítica es eso: observar pedacitos de realidad, reconocer lo que los particulariza y lo que los relaciona con otros pedacitos (jamás podremos asir la Realidad entera), aflojar toda concepción que prohiba la construcción y hasta la mera ampliación de concepciones distintas, mayores o paralelas, relacionarse con nuevos objetos y sucesos, rechazar (previo análisis y evaluación) cuanto no empata con determinada idea del mundo y nosotros mismos, tomar una postura. No hay criterio sin decisión, sin una determinada ética detrás.
Creo que la verdadera supervivencia de un individuo no reside en tener una alacena retacada de comida, un salario suficiente y sobrado para cubrir los gastos y caprichos, la seguridad y comodidad que reporta una casa bonita, un cantidad de dinero amasada "por si los tiempos difíciles"; detrás de eso está un pensamiento lúcido, ético, crítico, informado, abierto, curioso... que le obliga a ese individuo a tomar decisiones que implican un bien mayor, que por añadidura dan la alacena y el salario y la casa y la estabilidad económica.

IV.
No me gusta el mundo como es ahora, no me gusta la diáspora individualista que permea las sociedades contemporáneas, no me gusta el desarraigo, la indiferencia, la ingratitud, la displicencia, la falta de determinación y de fe en realidades distintas, no me gusta el kitsch y la banalización de las ideas; tampoco me gusta el huevo...
Todo cuanto y como lo conocemos ahora no es como hace ¿cincuenta años? Sin duda, ésta es una realidad completamente distinta a la que se vislumbraba, y fue posible porque alguien fue necio y se opuso a lo que sucedía. Martin Luther King era un pastor, uno solo, al frente de una iglesia; el Rebelde de la Plaza de Tiananmen era uno solo contra cuatro tanques; Gandhi era un abogado con una idea fija; Bob Dylan ni siquiera tenía el respeto de otros músicos. Todo empieza en un microcosmos, todo incide en el macrocosmos; el momento presente determina las posibilidades que se abren en el futuro y los recuerdos que se establecen en el pasado.
Y esta realidad también es locamente diferente de aquella idea porque muchos otros se quedaron así como estaban, aceptaron lo que se les dijo y siguieron en el status quo. Esta gente tampoco me gusta: esta realidad podría haber sido de otra manera (y con eso quiero decir "mejor") desde hace mucho tiempo.

NOTA FINAL (presumiendo que llegaron hasta aquí)
Tirano como soy, les exijo -en mi más alto tono imperativo- que vean este documental, ya sea aquí o en otra ventana de su explorador o en DVD en su casa (si deciden comprarlo; los conmino a no hacerlo sin haberlo visto antes en internet). Si ya lo vieron (pues se dio a conocer el año pasado), me importa un corcho: lo ven otra vez. No es opción: le roban dos horas a su trabajo o al sueño o a la cena o a la familia o a lo que les venga en gana y se aplastan a ver Zeitgeist; después de eso, se aplastan otras tantas veces a investigar y responder todas las preguntas que les salten, sin asumir que alguien les ha dicho La Verdad, por su propia cuenta y sin más diligencia que su propia metichería, ni más recompensa que saber algo más.

P.D. Ya se lo dije, pero otra vez gracias y muchas gracias a quien me mandó este video.

No hay comentarios.: