viernes, 17 de octubre de 2008

Cuando la poesía por fin suena

El Festival de Poesía en Voz Alta terminó el sábado pasado; en mis paupérrimas condiciones físicas, fui a lo que pude o a lo que me permitió el cansancio o a lo que el trabajo y el tiempo me dieron permiso.
Y como en cada edición, hubo altibajos, unos más dignos que otros. O es quizá que yo estoy chapado a la antigua para ciertas cosas. Justo uno de esos puntos altos fue la versión original (un instrumental desquiciado) de "Amazing Grace" de Jeff Buckley. Y aunque la versión de Buckley forma parte de las 580, tiento su metichería.
En fin, como no estuve en todo, me compenso y hago mi propio festival [sic]. El spoken word le debe todo a la generación Beat, y pocos lectores como Allen Ginsberg; estuve a punto de poner una versión íntegra y sin el Kronos Quartet de fondo, pero dudo que alguien sobreviviera esos 25 minutos, siquiera estos quince. Hay un par de otras cosas, pero no desmerecen ni tantito.
De veritas, por una vez háganme caso: píquenle play.


Spoken word


Y en otros menesteres, a petición de Adriana, Melt Banana da un golpe de estado y asalta las rolotas, sin escalas técnicas ni democráticas; advierto que es terrorismo puro, aunque gloriosísimo, así que váyanse con tiento.


Melt Banana

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sí, la poesía debe de sonar y rensonar. Si se recitara con más frecuencia, si se entonara con más gracia, la gente la apreciaría con todo su valor.
Precisamente encontré curioseando por internet, poesía leída por sus autores y, aunque la mayoría no tiene mucha gracia recitando, facilitan bastante la comprensión de un comunicado bastante delicado , concienzudo y difícil.
Sigo creyendo que la poesía intenta transmitir una especie de esencia de lo vivido y, como tal esencia, puede resultar empalagosa o excesiva, pero con un altísimo contenido de vida.
Besos y ¡ojalá fuera poetisa!
Tu paciente amiga, Concha.