lunes, 20 de octubre de 2008

Las galletas y la alegría

Lo que las galletas chinas no me dijeron, y sencillamente no podían ver, es que mi sobrino está bien chistoso y que diez minutos platicando con mi hermana me bastan para ponerme de buenas (y no hay ni habrá suficiente chocolate en la tierra para tumbarle la chamba: es la persona más divertida que conozco), aunque tenga toda la malvada intención de incendiar cosas o al menos darle un uso a la arena de gato usada.
Y además, le gusta el rock y brinca cuando escucha Iron Maiden. ¿Quién no encuentra encantador a un chamaco así, de menos de un año?

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