lunes, 28 de abril de 2008

Aritmética básica

Nuevamente, esta entrada la empecé a escribir hace días, pero la necesidad de salir intempestivamente de la oficina obliga a postergar planes e intenciones...
Como yo lo entiendo, la familia -esa nobilísima institución, formadora y/o destructora (conocí quien considerara la frase 'familia disfuncional' un pleonasmo, y concuerdo)- tiende a convertirse en una suerte de ábaco: se suma y se resta a los miembros, por los motivos que sean. Para este momento, ya he hecho varias operaciones, algunas obligado por la circunstancia, otras porque era natural que así sucediera (y en un caso en particular, porque era natural que me empujara a sacarla de mi vida: lo ha hecho desde antes que tuviera uso de razón).
Pero no estamos para hablar de las restas, sino de las sumas.
La primera fue hace mucho, y no me di cuenta. Pasó como cuando uno se hace adolescente: no se escoge, no se puede evadir, no se pregunta (aunque son sabidas y consabidas las causas), no hay más que aceptarlo y disfrutarlo o sobrellevarlo o tolerarlo cuanto es posible.
Y habrá que ser sinceros: lo he disfrutado durante más de quince años, le debo casi todos mis recuerdos y varias cicatrices (que le he pagado: mi tobillo contra su hombro), lo he tolerado en varias ocasiones, lo he detestado, y lo sigo presumiendo como mi mejor amigo, aunque la inclusión en mi nómina familiar le da otro título.
Creo que allí es donde se funda el asunto: si uno puede seguir considerando a los amigos tales a pesar de todo, por alta y enconada que sea la disputa, por amarga que haya sido la situación, si uno los recuerda y los extraña y los quisiera cerca, será quizá porque lo son y no van a dejar de serlo.
Los amigos son familia: no son apéndices a ella ni meros invitados a los eventos 'importantes' o allegados que están cuando muchos otros no. Aun cuando cuesta tanto definirla, todos entendemos qué corchos es familia. ¿Para qué esmerarme en una definición?
Feliz cumpleaños, aunque me tarde tres días en decirlo.

4 comentarios:

Xotlatzin dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Julián Iriarte (bueno, ya: Oliver) dijo...

Dicho en castellano: las ideas tampoco son accidentes. No se comparten: están ahí, y buena onda el que las pesque al aire.
Y sí, felicidades hasta Canadá.

Anónimo dijo...

Estoy de acuerdo que podemos considerar un àbaco a la familia, friamente hablando. Pero no es tan asi: Si resto , alguien murio o alguien se fue; Si sumo, alguien llego de la mano de otro, y tambièn puedo multiplicar y dividir. Y los amigos son familia, ninguna duda tengas Oliver.

Cariños

Anónimo dijo...

¡Ay! ¡qué bello es sentir algún tipo de unión con la gente!
Está claro que vivimos por y para hacer felices a los demás, ya sean familia, amigos, o "gente buena onda".
Dicen los artistas que su esfuerzo y su entrega a la creacción es para que los quieran más. Yo se lo he oído varias veces.
El concepto de familia entendido como un núcleo fijo y cerrado, ya ha quedado desfasado, pero, creo que todo el mundo necesita un tipo de hogar. Hogar es una idea amplia: La Tierra es nuestro hogar, dicen.
Allá donde nos sentimos acogidos está nuestro hogar.
Los ermitaños, que aún los hay, me consta, se sienten felices e integrados en la Humanidad.
Tengo una amiga que visitó a una ermitaña en Cataluña, cerca de las montañas de Montserrat y me contó que era muy acogedora y alegre.
Bueno, que la Humanidad tiene que ser una familia solidaria para que todos nos realicemos como personas.
Es lo que me ha apetecido decirte después de haber recuperado mi buen ánimo.
Muchos besos y, también tú, entiende bien la buena onda.
Tu partecita de familia, Concha.