miércoles, 16 de abril de 2008

Economía

El señor Xotlatzin (mi más enconado respeto y aprecio) dejó un comentario en el post de ayer que da pie al de hoy.
El gobierno de mi amor, independientemente de dejar en quiebra una y otra vez las arcas de la nación, en ocasiones tiene providencias mercantilistas al más puro y desfachatado estilo del desquiciado capitalismo contemporáneo.
Entonces, y sólo entonces, distingo entre los objetos de mi afecto y las mujeres con las que mis relaciones interpersonales se asoman de distinta manera. Entrando en confidencias, dándole materiales a los metiches que acusadamente visitan este espacio para nutrir su curiosidad, refiriendo tangencialmente historias que debieran quedarse en el cerco de lo personal, siendo absolutamente indiscreto para conmigo mismo, he de admitir que mis relaciones interpersonales que se asoman de distinta manera nunca han sido las mismas que los objetos de mi afecto.
Los motivos para mí son sencillos, pero al mismo tiempo resultan complejos (benditas paradojas). Según yo (según yo), el amor es cosa de sincronía, y si por algún motivo los dos engranes que forman a la pareja (qué estúpida imagen... disculparán si no uso otro símil, pero en este preciso momento no tengo ganas de esmerarme) no giran a la misma velocidad o los dientes no son del tamaño adecuado, pues se jodió la cosa. Más allá de la maquinaria, somos momentos, y en algunos casos somos simultáneos, en otros opuestos, sucedáneos, relativos, accidentales...
Pero escribamos esto de otra manera, que me produce alguna repulsión literaria la mitad del párrafo anterior.
Si la representación diplomática de la Soberana y Revoltosa (porque no es Revolucionaria, no) República del Ñanguistán no presenta un plan de trabajo que conjugue los intereses tanto propios como de la Libertaria Federación Femenil, con miras al mutuo beneficio y el buen comercio de materias, pues será difícil que las relaciones diplomáticas arriben en buen puerto.
Sin embargo, las relaciones comerciales de ambas naciones pueden entrar en conflicto cuando no se hacen los tratados y acuerdos correspondientes y una de ellas se ve afectada en sus intereses; peor aún, cuando los intereses no son los mismos y sin embargo se hace comercio. Entonces devienen los conflictos, las tensiones políticas, las discusiones en foros internacionales, las sanciones de la ONU (cuando a eso se llega, ya valió madre), las intervenciones de frentes multinacionales, y un larguísimo etcétera que el noticiero de las diez dice con más elocuencia que yo.
Pero vuelvo al quid. Mi gobierno nunca ha llegado a un Tratado de Libre Comercio con las naciones que interesan a la República en tanto podrían aportar al incremento del Producto Interno Bruto y el desarrollo nacional. Y las naciones con quienes se han establecido convenios comerciales han resultado, en el total de los casos, incompatibles con los intereses domésticos, eminentemente por las divergencias en la visión política.
Considerando lo anterior, hay más o menos dos opciones: la instauración definitiva y vitalicia de un gobierno separatista, autoritario y ante todo soberano, o un golpe de estado.
Muera el mal gobierno.

2 comentarios:

Xotlatzin dijo...

Agradezco tus comentarios hacia Xotlatzin, él y el individuo enmascarado por su pseudónimo te respetan y admiran enormemente, aunque no siempre tengan que coincidir con tus puntos de vista, no tienen por qué.

El diálogo es una muestra irrefutable de respeto, es la única forma de enriquecimiento y robustecimiento de las ideas. Gracias por brindar tu espacio virtual y por tan generosamente compartir tu limitado recurso temporal para que esto sea posible; te est(oy/amos) muy agradecid(o/s).

Bueno, pasando a lo que nos truje. Ahora estoy más confundido que antes, pero al ser eso de la política erótica asunto estrictamente íntimo, pues lo dejo allí. Un sólo comentario haré a riesgo de pecar de indiscreto. Cuando se da un golpe de estado se instala un gobierno autoritario, tus dos opciones conducen irremediablemente a una sola, la dictadura. ¿Dictadura de quién sobre quién? Eso ya no es asunto nuestro. Suerte y cuidado con las imposiciones compañero,

Xotla.

Julián Iriarte (bueno, ya: Oliver) dijo...

Bueeeno, digamos que si me he de adscribir, en el amplio universo de las filias, a alguna en particular, quiero una dominatrix. jajaja
Dictadura, dominio, imposición, restricción. ¿Se puede pedir algo mejor?
Santa madre: mejor me voy a comer porque mi delirio irónico está yendo más allá de lo cáustico.