Hoy no tenía la menor intención de publicar nada, pero vuelve el asalto y uno no puede sino dejarse someter.
Para no aburrirnos ni hartarnos unos de otros ni considerar seriamente la agresión física, el heroico cuerpo editorial de Rim Arte Visual Contemporáneo (v. gr. el director de la revista, la diseñadora y yo, o sea todo el cuerpo laboral de la revista) divaga con un arsenal de chistes estúpidos de vario color (el más nuevo: larrimonce). El que nos ha ocupado más atención es el colectivo de iPodj's Guash'n'güer, que nunca ha tenido una presentación en vivo, pero ya están agendados para la fiesta de presentación de larrimonce. Cabe mencionar que los Guash'n'güer son eminentemente un grupo de covers (por supuesto, sólo grandes éxitos) que hacen de dj's para pagar las cuentas, en tanto nuestros sueldos en la revista van de ínfimos a nulos.
Sin embargo, ayer, arrasando con nuestro sueldo -consistente en cuenta de consumo limitado en una cantina del Centro de esta ciudad (harto recomendable, por cierto)-, salió a relucir esta mujer, a quien tuvimos que coronar la indiscutible emperatriz del washawasheo. Alguien debería darle un Pulitzer al tío que hizo la transcripción y subtitulado.
Y si lo anterior no fue suficiente para ponerle la corona y legitimarla, entonces que lo haga éste:
Para no aburrirnos ni hartarnos unos de otros ni considerar seriamente la agresión física, el heroico cuerpo editorial de Rim Arte Visual Contemporáneo (v. gr. el director de la revista, la diseñadora y yo, o sea todo el cuerpo laboral de la revista) divaga con un arsenal de chistes estúpidos de vario color (el más nuevo: larrimonce). El que nos ha ocupado más atención es el colectivo de iPodj's Guash'n'güer, que nunca ha tenido una presentación en vivo, pero ya están agendados para la fiesta de presentación de larrimonce. Cabe mencionar que los Guash'n'güer son eminentemente un grupo de covers (por supuesto, sólo grandes éxitos) que hacen de dj's para pagar las cuentas, en tanto nuestros sueldos en la revista van de ínfimos a nulos.
Sin embargo, ayer, arrasando con nuestro sueldo -consistente en cuenta de consumo limitado en una cantina del Centro de esta ciudad (harto recomendable, por cierto)-, salió a relucir esta mujer, a quien tuvimos que coronar la indiscutible emperatriz del washawasheo. Alguien debería darle un Pulitzer al tío que hizo la transcripción y subtitulado.
Y si lo anterior no fue suficiente para ponerle la corona y legitimarla, entonces que lo haga éste:
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