Cuando le preguntaron a Franz Kline, en algún momento de los años cincuenta, qué pintaba y cuáles eran sus temas, respondió con algún enfado: "well, look, if I paint what 'you' know, then that will simply bore you. If I paint what 'I' know, it will be boring to myself. Therefore I paint what I don't know."
Junto con Mark Rothko y Jackson Pollock, Kline es de mis pintores favoritos; y si han sido los feroces observadores que sé que son, lo habrán notado desde que este blog se maquilló y peinó.
Aun cuando los cuadros de Kline pueden parecer absurdamente simples y veloces, detrás de cada uno hay una larga investigación, bocetos, muchas horas de trabajo y corrección capa por capa de pintura. En casi dos metros cuadrados de lienzo, no son trazos fortuitos ni hechos con rabia, sino un lento y apasionado proceso.
Los pintores de esta generación -el Expresionismo Abstracto, que para no variar la crítica agrupó según le vino en gana y muy a pesar de ellos- tienen pocas cosas en común, como el aparente dinamismo de su trabajo y una extraña y casi inexplicable emotividad: si son cuadros complejos en su creación, no lo son en la relación que establecen con quien los mira. Cuando presentaron una retrospectiva de Rothko en el Museo de Arte Moderno hace tres años, casi me tiro a llorar frente a Untitled (1964); no sé qué haría si veo una exhibición de Kline. "Silence is so accurate."
Todo es un descubrimiento, decir la verdad, acercarse a las pasiones y las emociones con los menos intermediarios posibles, pero jamás un intento de impresión.
Si mi vida es un universo delimitado y mis reacciones son previsibles después de un tiempo, si no me convierto en una sorpresa andante, si mis rasgos generales parecen no cambiar con el tiempo, si soy un cristal macizo y quebradizo y no una llama furiosa, es simplemente porque voy a otro lugar: la sorpresa que busco es personal, no para otro.
4 comentarios:
Pues si los expresionistas abstractos llevaron al límite los colores. Pollock llegó a hacer trabajos realmente inquietantes. Pero yo, pues prefiero otro tipo de pintura, es que me gusta Mondrian, con sus equilibrios perfectos de color y su gama totalmente fría. Aunque cada unos de los "ismos" tiene su particularidad...el postimpresionismo de Van Gogh es realmente sobrecogedor.
Como diría un viejo refrán, hay de todo en las viñas del señor ése.
Al margen, hay ocasiones en que me inquieta no la pintura, sino la 'necesidad' de darle una identidad a algo que en el fondo no la requiere.
Yo sí lloré en la exposición de Rothko.
Quiero creer que, de haber estado diez minutos más en la sala, me hubieran recogido con pala.
Un algo de verdad y nos desarmamos.
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