O lo lindo de las formas rústicas o cómo se hacían las cosas antes o la incansable [sic] labor o la importancia de un corrector.
Si el Rey de España lo manda decir, entonces habrá que prestarle alguna atención. El Privilegio Real -junto con la Tasa, la Fe de Erratas y la Aprobación- era indispensable para publicar un libro desde 1558 y sabrán los filólogos hasta cuándo. En este caso, a Cervantes le daban permiso para publicar el Quijote durante diez años, con lo que se "protegían" (tan bien como era posible, y sabido es que poco se pudo) o ya de jodido se acreditaban sus derechos de autor; por otro lado, se apuntaba la posibilidad de una edición subsiguiente corregida, ya fuera por la autoridad real (qué útil era la Inquisición) o que el autor se viera en la necesidad de hacer modificaciones a la obra.
Hace ya más de cuatrocientos años que el corrector de estilo forma parte del proceso editorial y comunicativo; y sin embargo, parece que publicistas, creativos, copy's y ejecutivos de marketing (cualquiera que sea la definición y funciones de esos puestos) se han olvidado de que existimos, y que somos útiles, y más bien indispensables en muchos casos. Quizá el trabajo de esos señores sea construir las campañas mediáticas -con presupuestos millonarios- para hacer difusión de productos y servicios que no siempre nos son necesarios: a todas luces, yo no podría pensar en los medios y estrategias para promover un acondicionador de cabello (más si consideramos que hace ya casi ocho años que no tengo cabello), y probablemente su atención se deba centrar en un texto que no siempre es escrito, aunque eso no los exime de la obligación de tener una ortografía impecable. Y justo ahí donde mi creatividad no sirve a fines publicitarios, su ignorancia de las reglas ortográficas, sintácticas y donde la semántica y los dedazos traicionan, es donde tengo cabida yo y entera la Cofradía de los Sabios de los Acentos [sic] (ajá...).
Dicho mi propio Preliminar, anuncio una nueva etiqueta en este blog, prima hermana de Terrorismo: si se encuentran con Furia Perpetua, quiere decir que en algún lugar de la imagen hay un(varios) error(es) de ortografía o gramática, o todo junto. Me limitaré a campañas publicitarias en teoría (y sólo en teoría) supervisadas por alguien, porque si le prestara atención a todo lo que se escribe a mano en paredes y changarros de fritangas, mejor fuera abrir un blog entero dedicado a tan ardua labor. Como única regla y apelando a la voraz metichería de mis (ocho) lectores, me abstengo de apuntar los errores que encuentre; sin embargo, tengan la absoluta seguridad de que alguien la cagó si está publicado aquí.
Así pues, para inaugurar esta entretenida etiqueta: una nota de compra.
[...] Con tanto que todas las veces que hubiéredes de hacer imprimir el dicho libro, durante el tiempo de los dichos diez años, le traigáis al nuestro Consejo, juntamente con el original que en él fue visto, que va rubricado cada plana y al fin dél [...]; o traigáis fe en pública forma de cómo por corretor nombrado por nuestro mandado, se vio y corrigió la dicha impresión por el original, y se imprimió conforme a él, y quedan impresas las erratas por él apuntadas, para cada un libro de los que así fueren impresos, para que se tase el precio que por cada volumen hubiéredes de haber. [...] Fecha en Valladolid, a veinte y seis días del mes de setiembre de mil y seiscientos y cuatro años.Cervantes Saavedra, Miguel de. "Preliminares: Privilegio Real" en El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha (1605). Florencio Sevilla, ed. Biblioteca Cervantes. Madrid: Alianza Editorial, 2001.
YO, EL REY.
Por mandado del Rey nuestro señor:Juan de Amezqueta
Si el Rey de España lo manda decir, entonces habrá que prestarle alguna atención. El Privilegio Real -junto con la Tasa, la Fe de Erratas y la Aprobación- era indispensable para publicar un libro desde 1558 y sabrán los filólogos hasta cuándo. En este caso, a Cervantes le daban permiso para publicar el Quijote durante diez años, con lo que se "protegían" (tan bien como era posible, y sabido es que poco se pudo) o ya de jodido se acreditaban sus derechos de autor; por otro lado, se apuntaba la posibilidad de una edición subsiguiente corregida, ya fuera por la autoridad real (qué útil era la Inquisición) o que el autor se viera en la necesidad de hacer modificaciones a la obra.
Hace ya más de cuatrocientos años que el corrector de estilo forma parte del proceso editorial y comunicativo; y sin embargo, parece que publicistas, creativos, copy's y ejecutivos de marketing (cualquiera que sea la definición y funciones de esos puestos) se han olvidado de que existimos, y que somos útiles, y más bien indispensables en muchos casos. Quizá el trabajo de esos señores sea construir las campañas mediáticas -con presupuestos millonarios- para hacer difusión de productos y servicios que no siempre nos son necesarios: a todas luces, yo no podría pensar en los medios y estrategias para promover un acondicionador de cabello (más si consideramos que hace ya casi ocho años que no tengo cabello), y probablemente su atención se deba centrar en un texto que no siempre es escrito, aunque eso no los exime de la obligación de tener una ortografía impecable. Y justo ahí donde mi creatividad no sirve a fines publicitarios, su ignorancia de las reglas ortográficas, sintácticas y donde la semántica y los dedazos traicionan, es donde tengo cabida yo y entera la Cofradía de los Sabios de los Acentos [sic] (ajá...).
Dicho mi propio Preliminar, anuncio una nueva etiqueta en este blog, prima hermana de Terrorismo: si se encuentran con Furia Perpetua, quiere decir que en algún lugar de la imagen hay un(varios) error(es) de ortografía o gramática, o todo junto. Me limitaré a campañas publicitarias en teoría (y sólo en teoría) supervisadas por alguien, porque si le prestara atención a todo lo que se escribe a mano en paredes y changarros de fritangas, mejor fuera abrir un blog entero dedicado a tan ardua labor. Como única regla y apelando a la voraz metichería de mis (ocho) lectores, me abstengo de apuntar los errores que encuentre; sin embargo, tengan la absoluta seguridad de que alguien la cagó si está publicado aquí.
Así pues, para inaugurar esta entretenida etiqueta: una nota de compra.
Habrán de perdonar si está arrugada, pero ayer me hicieron rabiar y de alguna manera hay que descargar el coraje.
Por un momento creí que la nota no iba a ser elegible para formar parte de e inaugurar esta honrosa lista, pues pensé que el sistema de la tienda en cuestión carecía de acentos; pero al encontrar el que encierro en el circulito azul, pues jodida la cosa y ni México lleva acento (según ellos).
En fin, así la diversión.
En MUY otros menesteres, la Caza ha seleccionado ya treinta novelas; de ellas quedarán sólo doce alrededor de la segunda semana de septiembre. Y entonces leeremos. Sigo sin saber ni entender cuál será la mecánica de esta edición, pero con el ingenio que echan, seguro voy a poner en pausa el trabajo por andar meticheando por allá todos los días, casi todo el día. Oh, si me conoceré, y la exigencia de estar ahí adentro.
Por un momento creí que la nota no iba a ser elegible para formar parte de e inaugurar esta honrosa lista, pues pensé que el sistema de la tienda en cuestión carecía de acentos; pero al encontrar el que encierro en el circulito azul, pues jodida la cosa y ni México lleva acento (según ellos).
En fin, así la diversión.
En MUY otros menesteres, la Caza ha seleccionado ya treinta novelas; de ellas quedarán sólo doce alrededor de la segunda semana de septiembre. Y entonces leeremos. Sigo sin saber ni entender cuál será la mecánica de esta edición, pero con el ingenio que echan, seguro voy a poner en pausa el trabajo por andar meticheando por allá todos los días, casi todo el día. Oh, si me conoceré, y la exigencia de estar ahí adentro.
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