viernes, 12 de septiembre de 2008

Una pregunta cruel

Por andar de bocona, una amiga se comprometió a conseguir la opinión de diez respetados escritores (sic; no me pregunten por qué decidió convocarme a mí también) en torno a una pregunta que, cualquiera que sea el contexto, es estúpidamente difícil de contestar. Sin embargo, si la ubicamos en un contexto específico, la cosa se pone peor; copio textual del correo que recibí:
¿Cuáles son las diez obras literarias que darían en su opinión una mayor solvencia formativa a aquellas personas que se encargan de la educación de nuestros niños y jóvenes en el primer nivel de la pirámide educativa?
La respuesta, al menos para mí, no es en absoluto sencilla; pero por andar de bocón yo también, ya me comprometí a responder, y jodida la cosa, tengo que hacerlo antes de que se acabe el día...
En términos generales, lo que se pide es que uno juegue al antologador; por definición, toda antología es incompleta y ni por accidente pasa de lo ilustrativo. Con tal consideración en la cabeza, ¿cómo hace uno para antologar la historia de la literatura? ¿Cuál debiera ser el criterio de selección y, por tanto, eje rector de análisis y marco conceptual?
De inicio se me ocurre muy honesto escoger mis diez libros favoritos, pero dudo que a un maestro de primaria le sirva de un carajo una novela como o El amante o Si una noche de invierno un viajero. Después me viene a la cabeza que esos diez libros tendrían que ser representativos de la cultura universal -cualquier cosa que eso signifique-; pero para ser verdaderamente representativos tendría que haber muestras de las diez culturas más significativas (¿según quién?) para el saber humano, y debo admitir que no he leído mucho a los japoneses ni El libro de los muertos, por mencionar algunos.
También se me ocurre que esos diez libros podrían ser los que más ruido han provocado a posteriori al menos en literatura y entonces es obligatorio meter a la Biblia y a los griegos, sobre todo las Metamorfosis. Pero ya estoy oyendo a los que echaron la encuesta y a los críticos del sistema educativo: "Mocho pendejo, ¿qué no sabes que la educación pública en este país es laica?". Sí, sí sé, y también sé que la Biblia es un libro (por eso las itálicas) antes que un dogma y que no practico devoción religiosa alguna, aunque el jainismo me haga ojitos. Por lo demás, casi estoy viendo a los maestros de primaria (mocho como es este país) dando clases de catecismo en lugar de analizar historias tan divertidas como la de Jonás o poemas tan hermosos como el Cantar.
Y ahora no sé qué debiera hacer; y lo peor es que el futuro de este país y esas generaciones está en mis manos (!!!; ajá...).
Sus diez, en los comentarios.

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