viernes, 28 de agosto de 2009

Scripta manent

Muchas veces he dicho (no me pregunten dónde, porque no me acuerdo; pero pueden metichear en la memorabilia de este blog) que me encantan los latinajos. Cierto, los abusos aturden: odié ese capítulo de Los detectives salvajes, precisamente porque Bolaño pone en evidencia a los "intelectuales" que no saben construir una frase en español. Quiero suponer que si tomara de nueva cuenta una clase de etimologías grecolatinas, esta vez la disfrutaría (también odié a mi profesor: no creo haber aprendido mucho de él).
Me acabo de cruzar con esto, y me acaban de ver raro por golpear la mesa en el estertor de la carcajada. Corchos, los siete enanos...

jueves, 27 de agosto de 2009

miércoles, 26 de agosto de 2009

Sintagma y paradigma

I.
On my way to an appointment with the one that helps me keep my mind clear, after some ten hours of ranting. Still growling, almost kicking people out of my way; in my worst mood. About two blocks after coming out of the subway, I find myself singing "With a little help from my friends"; anagnorisis: all what The Beatles are, is what I am not now. And that is a sad conclusion to come up with: Lord knows my love for their music.

II.
"En tu estado, la rabia que sientes, la ansiedad y el agobio desmesurado, hay dos opciones: hacer que funcionen y darles un uso para cambiar las cosas, o la parálisis, perder la esperanza dado el estado de las cosas, porque no hay ya solución. Y a ti en particular te es muy fácil encontrar el error y el peor lado de cuanto sucede. Estás cayendo en esa desesperanza, y es donde no quiero que estés."
No es algo que pueda modificar con sencillez: la manera más correcta de atajar el problema es haciendo cambios mayores. No es un análisis profundo el que hago, pero me basta para saber que es faena titánica y de largo aliento (a pesar de que no hay tiempo siquiera para un respiro): cambiar el sintagma es absolutamente inútil, no tiene uso repetir o reconstruir un discurso. La necesidad real es modificar el paradigma y DESDE AHÍ construir un sintagma (todas las veces que escuchen a algún "intelectual" hablando sobre la construcción de un nuevo discurso, seguramente se le ha olvidado que el paradigma es el que define qué sintagma, y en consecuencia qué discurso, puede suceder).

III.
Es deseable -e indispensable si se plantea en términos reales- que el movimiento de mis ideas sea centrífugo. Evidentemente tendría que modificar mis propios paradigmas, pero las epifanías son elusivas. Mi creatividad no se enfrenta a este tipo de conflictos, suele resolver situaciones en la misma medida en que llena espacios vacíos o desarticula un discurso: en literatura, al menos, los grandes han sido quienes abordaron el sintagma de otra manera, quienes optaron por otra combinatoria; sólo en la teoría se ha modificado el paradigma, y por lo general han sido movimientos oscuros y difíciles de aprehender (consecuencia natural de ese nuevo paradigma).
¿Cómo hacer esas modificaciones profundas? Habría que sacar valor antes que otra cosa, y acelerar la furia de las ideas.
Nuevamente en ese punto entre la desolación y la proactividad. Nuevamente me confirmo que entiendo el mundo mayoritariamente en términos literarios.

martes, 25 de agosto de 2009

lunes, 24 de agosto de 2009

Mala paráfrasis de Milton

Supongamos que recuperara la vida académica y el inmenso placer que me provocaba la crítica literaria y la investigación: acabo de encontrar un pequeño paraíso que exprimiría hasta desprenderle el sentido.
Al menos Lucifer tenía un sentido heroico, y con altura moral.

"Carajo, cómo sufro."

Febrero será aciago

Todo ser humano debe tener acceso seguro al agua para satisfacer sus necesidades de consumo, saneamiento, producción de alimentos y de energía, a un costo razonable. (Matínez A.P., 2001; cita del artículo de uno de mis clientes)
El suministro es intermitente, cada vez más irregular. La colonia Del Valle, asumiendo finalmente las consecuencias de su sobrepoblación, resiente el desabasto y no es inusual ver un camión cisterna estacionado afuera de un edificio. El fin de semana me bañé en casa de amigos: no había agua en casa siquiera para lavar el tazón de los gatos.
Y de nuevo me pregunto dónde está el despliegue de paranoia que "salvó" a esta ciudad y después al país ante una enfermedad de poca relevancia en términos de decesos. Está bien: ya hay letreros en el metro. ¿Y luego? ¿Y la suspensión de garantías individuales, y el bombardeo (asedio) mediático, y la lluvia de estadísticas, y los expertos en el tema y ciencias afines, y el discurso a todas luces político y ordenado para obligar a una reacción conjunta?
No entiendo el sistema de prioridades.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Buen viaje

De una manera extraña, quizá perversa, este post habrá de servir como buen deseo. Ante mis ojos falleció un compañero de oficina hace una hora. De corazón, espero que llegue a buen puerto.

lunes, 17 de agosto de 2009

Una presa (o varias)

Fin de semana en Querétaro. Un calor feroz, pero nada que no se olvide con una cerveza en la mano; en teoría debimos quitarnos el calor en la alberca, pero ya era tarde y el agua estaba refría.
Domingo familiar: turismo a Tequisquiapan, con miras a comprar chucherías (: dos ratones de tela para los niños y unos guantes sin puntas para mis dedos adoloridos). De camino cruzamos varias plantaciones de sorgo y maíz, pero despuntó otra cosa.
- Miren la presa: está seca.
- Sí, qué feo.
Insisto en recordar el pronóstico de que febrero se anuncia aciago: a menos de que sucedan dos o tres milagros (o cuatro), la Ciudad de México corre el riesgo de no contar con agua para la próxima temporada seca. La reacción inmediata es que por favor me calle y no les amargue el día con ese asunto; e insisto de nuevo: donde esta ciudad se paralice, lo va a resentir el país entero. Y aun cuando pudieran decirme que deje mi lógica centralista, no soy yo quien debiera cambiar de paradigma: la Central de Abastos es el Dow Jones nacional, y eso sólo por mencionar la comida (minucia, a todas luces).
Justo después me viene otra idea a la cabeza: la influenza estacional -la que se conoce a profundidad y para la que existen vacunas adecuadas, que se tiene tipificada y que sucede en todos lados, todos los inviernos- mata más gente en una sola temporada que el total de los contabilizados en todo el mundo a causa de A-H1N1. Ante el brote se canceló la suspensión del suministro de agua, programada para el fin de semana del 1° de mayo, en atención a las necesidades de higiene. ¿Por qué, si el agua tiene un papel mucho más vital y corremos un riesgo tremendamente mayor, no hay comerciales cada cinco minutos ni programas especiales en radio y tele al respecto? ¿Por qué una enfermedad que de peligrosa no tiene nada en particular, recibe más atención mediática que la inminente crisis hídrica nacional?
Por fin llegó el momento en que no es opcional tener una participación activa, en que es obligatorio pensar a más largo plazo, en que los caprichos personales pasan a segundo plano, en que el trabajo conjunto e interactivo de TODOS los miembros de la sociedad debe fijarse metas y compromisos de muchos órdenes: políticas públicas de control y distribución de población, descentralización y racionalización de los recursos, tecnificación del campo en modelos de policultivo, erradicación del intermediario, aprovechamiento y democratización de nuevas tecnologías, modificaciones profundas en el modelo político (¿de verdad se necesitan más de dos partidos, con los abrumadores presupuestos que requieren?), y una lista extensísima de asuntos cruciales a resolver.
"¿Y de dónde pretendes que salga todo ese presupuesto?" Insisto: son muchos órdenes los que deberán sufrir cambios profundos; el económico no es excepción.
Adelante: gocen lo que les queda de verano, y de agua. Ya verán qué linda es la mudanza del desierto.

viernes, 14 de agosto de 2009

Un deseo

El Cielo ha sido bondadoso conmigo durante mi estancia en Inglaterra, donde pude librarme de varios poemas, de otros cuatro cuentos del Libro de la Selva y de una pieza farsesca y disparatada [...] que me hizo reír a carcajadas durante tres días seguidos... Me pregunto si la gente recibirá siquiera de mis relatos una milésima parte de la diversión que yo vivo escribiéndolos.
–Rudyard Kipling, en carta a E. L. White, 17 de agosto de 1894

Si algo debiera preocupar a un poeta (en el sentido en que Alfonso Reyes entiende la palabra, o sea el etimológico) es que eso que dice llegue al lector, que sepa transmitir esas sensaciones -por sobre las ideas- a alguien que deja de ser él: es horrible leer lo que uno ha escrito con furia y notar que parece un berrinche.
Detesté Respiración artificial de Ricardo Piglia: ni siquiera La náusea me parece un libro tan estúpido. Si llegué a la última página fue por disciplina, por no perder el rigor que hube de desarrollar en la carrera para emitir un juicio fundamentado y serio, con dignidad. Ahora que lo he tirado casi con rencor (es prestado, pero no me faltaron las ganas de quemarlo) y que tengo la antología de William Somerset Maugham de los mejores cuentos de Kipling, un solo párrafo me parece a todas luces más sorprendente y necesario.
Al margen de eso, después de leer la cita a la carta, tuve un deseo: algún día escribir así, y disfrutar tan llanamente de ese largo momento.


(Nomás porque es Tin Tan.)

jueves, 13 de agosto de 2009

Un taxista

Se han vuelto raras las ocasiones en que recuerdo mis sueños: despierto por la mañana con la idea de que algo sucedió, pero no puedo dibujarlo de nuevo.
Era de noche, un taxista nos lleva a un amigo y a mí. El recorrido es tranquilo; afuera suceden las luces y algún objeto que pasa. Llegamos por fin a nuestro destino y preguntamos cuánto debemos:
- Miren muchachos: les tengo que cobrar por el tiempo que empezó y en el que terminamos. Pongámoslo así: yo empecé en el pasado y ahí se cobra de una manera; pero me llevaron a otro siglo, y en este siglo las cosas son más caras.
En otras palabras, intentaba convencernos de que nos iba a aplicar dos tarifas, que la segunda era más cara, que no teníamos derecho a objetar.
En el momento en que me dispongo a replicar, despierto, y despierto con las palabras que iba a decir: no puede haber otra tarifa si todo lo que hacemos está en el futuro. Las consecuencias de nuestros actos están ya en otro tiempo que habrá de llegar, el presente y el pasado son futuro consumado, todo nuestro movimiento va hacia el futuro, y no hay distinción entre el siglo que termina y los que han de venir.
Me preocupa terriblemente que mis pensamientos se tornen así de abstractos, y más que éstos sean los recuerdos de mis sueños, cuando es probable que crucen por mi cabeza ideas más sencillas y reales, o al menos que pudieran dibujarme una sonrisa. No dejé de decirme que era estúpido soñar así, y discutir con una ficción.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Posibles interrogantes

¿La gente es lamentable e irremisiblemente estúpida?
¿Sabemos pedir, y entregar?
¿Sabemos reconocer las capacidades reales de aquéllos a quienes tildamos de necesarios?
¿Hay tal color en las luces de la tarde?
¿Tiene sentido mirar no a los presentes, sino el espacio vacío?
¿Tendré capacidad para distinguir lo importante de las minucias?
¿Me estoy volviendo cada vez más intolerante?
¿Soy, acaso, un forma de incapacidad?
¿Existe una pregunta cuya respuesta sea distinta de un monosílabo?

viernes, 7 de agosto de 2009

[Probablemente] XVII

[De una larga serie que algún día ha de ver la luz, y no en el formato que se podría creer.]

Te lo digo, Elisa,
para que nadie pretenda robarme
las palabras:
la oportunidad, Elisa,
no sólo es calva,
sino sorda a opciones
y ciega a caminos, Elisa,
que ella misma no haya
trazado.

Conozco a alguien...

que le va a gustar.

jueves, 6 de agosto de 2009

El poder de lo minúsculo

En el país de Lilliput, Lemuel es condenado a muerte, una terriblemente cruel: mientras duerma, le quemarán la casa, un ejército de varios miles le disparará flechas envenenadas a la cara y manos, los sirvientes rociarán de veneno su ropa de cama y demás efectos personales. Pero la magnanimidad de Su Majestad Imperial reconocerá los servicios que Lemuel hizo al imperio y conmutará la pena: sólo habrá de perder los ojos.
Esta mañana, dos gusanos más pequeños que la uña de mi dedo meñique (al menos el pueblo de Lilliput medía la doceava parte que Gulliver) decidieron que no desayunaría el mango que me saboreaba desde ayer en la mañana.
Sus más temidos enemigos, quienes mayor injerencia tienen sobre ustedes, no son más grandes que la palma de su mano.

lunes, 3 de agosto de 2009

Una sumatoria

En menos de quince minutos me tiraron a los hombros trabajo suficiente para cuatro días; si he de reprochar amargamente y derramando veneno, esto no sucediera si a mi jefe no se le olvidara que su principal responsabilidad es atender las necesidades de la sección editorial, en lugar de inmiscuirse en cuanto asunto de política cruza por su puerta: él no es hombre que se busca los problemas, sino que materialmente lo persiguen hasta su escritorio.
Encima de eso, amenazan con suceder dos clientes (todo es cosa de que se decidan que no salgo barato, pero valgo mi trabajo blanca sobre blanca), con exigencias de otro cliente grande hasta gritar "trasnacional" desde el fondo de los pulmones para que me escuche, con una fecha límite para el último de mes y dieciocho artículos que escribir, con la perversa intención de someter cuentos a yanimeacuerdoqué revista, con la ansiedad de saber un resultado que -sin temor a exagerar- puede cambiar radicalmente mi vida (al menos la laboral), con compromisos personales que me van a consumir tiempo, pero que considero indispensable atender a fin de mantener dos gramos de cordura (ni que requiriera mucha).
Y otras ansiedades que me nublan la frente y me abisman la barriga, y la falta de cálculo a la hora de pagar cerveza, y la inminencia de la lluvia esta tarde, y el dolor que sabe esperarme, y todo lo que por sentido común mejor fuera no enumerar.